Revista poética Almacén
Colaboraciones

Las nuevas líneas de la alianza

Enrique Falcón


Una máquina de guerra que toma la paz por objeto. La imagen delirante del pacificador rentable. Los logros de la liberalización como base del crecimiento europeo (el otro día, por televisión: rueda de prensa tras el último "éxito" en la Cumbre). La flexibilización en todo hasta crispar los huesos de los hombres. La creación (próximamente) de una nueva zona franca para las dos riberas del Mediterráneo: someter con mercados a los pobres de siempre.

En esa mañana del delirio, al entrar en su casa, Pedro me saluda (acaba de volver de las manifestaciones ciudadanas de Barcelona) y en seguida me dice, señalando a la Máquina:

Hasta cagarse en el mundo lo van a considerar un acto de terrorismo. Justo ahora, cuando la mierda ya no les huele.

El mundo como pantalla, sugiere Pedro; la pantalla como perfume, le replico: la realidad ha dejado de oler. (Es la única manera con la que los nuevos mercados podrán metabolizar el sufrimiento de tantos, el abismo en los ojos; y la ternura, en su incertidumbre o en su rebelión).

Sin embargo, sobre la tumba de Keats, el poeta Juan Carlos Mestre ha escrito: "He sido parcial con los vencidos, seguiré siendo parcial ante los muertos". Y Pedro (que no lee a Mestre pero igualmente respira y sabe de la espiga: jamás se ha rendido a los perros del Amo) desenchufa el televisor con un gesto de fastidio y convierte a "nuestros líderes europeos", tras la rueda de prensa, en un pequeño punto electrónico de luz. El que, velozmente, se apaga.

Pienso entonces que somos muchos los que ya sabemos que faltan en las reuniones del más alto nivel, en las cumbres de los publicistas de perfume, las espigas de Pedro y las espigas de Mestre. Y que sólo en los valles (hoy lo son las calles ocupadas para trescientos mil, este día) puede vérselas crecer. O que, como Guattari y Negri dijeran, el fascismo no fue más que un esbozo: "la figura postfacista es la de una máquina de guerra que toma directamente la paz por objeto" (lo escribieron hace quince años en "Les nouvelles lignes d¹alliance").

Contra la feroz voluntad de la Máquina por hacerlo todo inodoro, Pedro me ha dicho al levantarse: "No lo dudes, poeta: el arma de los pobres ‹desordenar el trabajo, desbaratar lo ordenado, ignorar a la Pantalla Š Hacer oler las cosas".

En su última línea de defensa contra el terror sin olores, globalizado, se me ha ido Pedro pronunciando eso: el inicio de otra espiga.



________________________________________
Comentarios