Revista poética Almacén
El entomólogo

Crónicas leves

[Marcos Taracido]

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Misterio

Roon Grebelek llenó las tres primeras hojas de su tercer cuaderno con una frase del ornitólogo Driek Keird:

«Sólo por el misterio que desprende el vuelo de ese pájaro viviré el resto de mis días»

Y el resto de su obra y de sus investigaciones hasta su muerte en el vagón de tren fueron una idilio constante con ese misterio; en su caso el enigma, ese temblor que nos mueve las piernas otro segundo más allá, fue un insecto invisible, una propiedad química o las propias preguntas del Fisiólogo. Éste lo expresaba de otro modo: «Dios es infinito porque nada en la tierra está totalmente desvelado; Dios es todopoderoso porque el fin de cada cosa está en nosotros y no lo conocemos.»

Vivimos cada segundo para desvelar ese lado oculto de las cosas: cómo mirarán mañana esos ojos, cómo olerán los campos, qué palabra, qué pelo, cuándo. La aparición de los bestiarios y los tratados teratológicos en la Edad Media y el Renacimiento tiene mucho que ver con eso. Responden al miedo a lo desconocido con la creación de explicaciones que, por un lado, dan consistencia a lo visible, pero por otro aterran porque elaboran seres infinitos porque no hay respuestas que los completen. El espíritu de esa tendencia lo ilustra estas palabras de Antonio de Torqueada puestas en boca de Bernardo al final del Jardín de flores curiosas, después de 400 páginas de descripción de monstruos y prodigios:

«Brevemente habemos rodeado el mundo y escudriñado sus secretos y maravillas; pero yo hago cuenta que lo que habemos dicho es una cifra de lo que queda por decir; y con todo esto no ha sido poco lo que nos habemos atrevido a decir de cosas nuevas.»

Grebelek anotaba:

«Llevo días encerrado trabajando y Yerna no protesta. Entra y sale de la estancia para traerme café o unos emparedados y lo hace con cuidado, meticulosamente silenciosa, como si cada paso pisase justo donde pisó ayer y siempre, como si hubiese dejado el hilo de su ovillo para jamás perderse. Ella no lo aprecia, pero yo, sin mirarla, noto todos sus movimientos y los sigo con angustia, aterrado de ver si algún día se deshace la madeja y no encuentra el camino de vuelta.»

Y en otro sitio:

«Son las seis de la mañana. Me levanté a las tres porque me asaltó la angustia respecto de la fluorescencia del metano en el ensayo de ayer. He intentado repetirlo durante estas tres horas, pero soy incapaz. Ahora pienso en el sentido de todo esto, en si sólo será una obsesión absurda y orgullosa. Pero ¿y si abandono? Entonces me moriré ahogado con la certidumbre diaria de las clases con las mismas preguntas y respuestas.»

Para Roon Grebelek el misterio era una forma de pasión, de deseo y de belleza. Yo quisiera lo mismo para mí. Y para ustedes.


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Comentarios

Saludos!

Me ha gustado mucho el texto y me ha gustado el
deseo para todos: "misterio en nuestras vidas",
lo que podría traducirse en más capacidad de
observación para el asombro ante lo interesante
que oculta la más pequeña y aparentemente
insignificante cosa en nuestras vidas...

Me gustaría mucho encontrar el libro de "Jardín
de Flores Curiosas"; lo he buscado en la
biblioteca de mi ciudad y no lo tienen; lo he
buscado en las librerias y menos lo tienen. Me
encantaría encontrarlo de forma electronica.
Si alguien sabe como adquirirlo en la red, lo
agradeceré mucho =)

Saludos!
Wendy
México

Comentado por Wendy PinArell el 27 de Diciembre de 2003 a las 01:43 AM