Revista poética Almacén
Tele por un tubo

[Ramiro Cabana]

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Deberes del televidente

El primer deber de todo ciudadano televidente es... pues no tengo ni puta idea. A uno se le ocurre toda una lista. Uno intentó leérsela a su chavala, pero la chavala de uno lo mandó a la mierda con un escalofriante y sutil “Vale, si eso te parece divertido, escríbelo.”

Lista de deberes de todo ciudadano televidente.

DEBER PRIMERO. Ver la tele. Uno puede ser un ciudadano televidente que no ve la tele, claro, pero si no la ve entonces ¿DE QUÉ COÑO SE QUEJA? Ocurre más a menudo de lo que vosotras, queridas y quietas amigas personas lectoras de esta fabulosa columna televisiva (siglas que os identifican: QQAPLEFCT), pensais. ¡Cuánta gente no conozco yo que JAMÁS a visto el programa de María Teresa Campos y opina que es una mierda! Y lo es, pero por una razón que ninguno de ellos sospecha. ¿Cuál, QQAPLEFCT? ¡Pues que a María Teresa no la dejan hablar lo suficiente! Cada día, durante la tertulia política que comienza a eso de la una y media y termina exactamente una hora después, la Campos nos obsequia con la consigna del día: nada más y nada menos que aquello que es nuestra obligación pensar U opinar sobre tal o cual asunto. Gracias a María Teresa ya no es necesario ejercitar el musculo craneal, ya nos lo da todo masticadito, chupadito y digeridito. No veais, QQAPLEFCT, el tiempo que ahorro en eso del pensar y la de rato libre que me queda para ocuparme de las tareas de mi feliz y ejemplar hogar.

DEBER SEGUNDO. Apagar la tele. Sobretodo cuando salimos de casa. Porque ¿cuántas veces , QQAPLEFCT, no nos ha ocurrido que volvemos al hogar y nos encontramos con la tele encendida y nos llevamos un susto de cámbiate los calzoncillos ahora mismo? Podría haber entrado una banda de peligrosos/as ladrones/as y asesinos/as. (Parece ser que no todos/as los/as ladrones/as y asesinos/as son peligrosos/as). Podría ser un fantasma, un poltergeist que a partir de este momento nos hará la vida imposible hasta que tengamos que huir con lo puesto a un hotel de cinco estrellas. Podría ser que la tele ha cobrado vida propia y que Sardá ha entrado en nuestro bellamente decorado living para obligarnos a opinar que Loles León no está acabada. Podría ser que sólo nos hemos dejado la tele encendida al salir y que no pasa nada. ¡Vaya susto! Me cambio de ropa interior y exterior y vuelvo con otro deber.

DEBER TERCERO. No hacer zapping, o en espanglish, canaleo, durante los anuncios. Si cometeis semejante acto, QQAPLEFCT, nos estáis robando a todos de la excelente programación que nos ofrecen en abierto todas y cada una de las cadenas por las que no pagamos ni un duro. Porque, como es de conocimiento habitual, son ellos quienes pagan la minuta de nuestra infinita diversión, de nuestro esparcimiento sin fin delante de la pantalla de plasma que le da sentido a nuestras putas vidas de mierda. Además, los anuncios, y todo el mundo lo sabe, son historias en miniatura llenas de creatividad e imaginación, la verdadera alta cultura de nuestro tiempo. No querréis que vuestros hijos sean unos ignorantes, ¿verdad?

DEBER CUARTO. No cambiar de canal mientras dura el programa. ¿Para qué, si en las demás cadenas dan exactamente lo puto mismo y nos invitan con el mazo dando a pensar y desear exactamente lo puto mismo? Si no, sería increíble que hayan sido ¿cuántas? ¿diez mil personas? las que se presentaron al casting de Operación Triunfo. ¿Y los millones que salen a pastar cada semana en busca del dichoso CD, o del CD lleno de dicha? Pero lo que es mejor, ¿os habéis fijado en las caras del público que atestigua en vivo las galas? Esa gente no va obligada, dicen. En ciertos círculos filosóficos (también conocidos como agencias de publicidad) se ha desatado una discusión sobre si esa gente tiene alma o no. Parece ser que entre el entendimiento y la obediencia existe un trecho considerable. No sabría medirlo. Y menos los días en que me gusta que me peguen.

DEBER QUINTO. Leer esta columna cada quince días. Si no lo hacéis, QQAPLEFCT, veréis cómo os vais quedando sin amigos, cómo vuestras vidas se van empobreciendo hasta niveles que JAMÁS habriáis sospechado existían. Ya os veo pidiéndome limosna al descender mi bella y esbelta persona de la limusina también conocida por el nombre de autobús. ¿Y cuál será mi respuesta? Ya lo sabéis, lo sabéis perfectamente: lee, LEE, y verás cómo tu vida cambia. Porque sí, Queridas y Quietas Amigas Personas Lectoras de Esta Fabulosa Columna Televisiva, aquí, AQUÍ, y nada más que aquí está la verdad absoluta.

La próxima quincena: los derechos.



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