Revista poética Almacén
Tele por un tubo

[Ramiro Cabana]

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Derechos del televidente

La vez pasada fuisteis agraciadas, Queridas Personas Lectoras, con la lista de los deberes del ciudadano televidente. Esta quincena tocan los derechos.

DERECHO PRIMERO. Perderse la gala de Operación Triunfo. No os dejéis llevar por la presión ambiental. Si no la habéis visto, no pasa nada. El llorón quedó tercero y eso es todo lo que hay que saber. ¿Que no os habéis gastado una fortuna en llamadas de teléfono? Pues mejor, ahora os la podéis gastar en entradas para la gira de estas admirables personas absolutamente carentes de interés que han triunfado haciéndonos lavativas de agua con sacarina con su maldita cancioncilla de los cojones. ¿Que habéis visto la gala? Debéis admitir que nadie es perfecto, y menos vosotras Queridas Amigas Personas Lectoras. Incluso los papeles la sacaron en primera plana, lo cual dice mucho de su función social.

DERECHO SEGUNDO. Perderse la gala de Operación Triunfo. ¿No había fútbol esa noche? Yo tengo un montón de partidos grabados que veo por undécima vez en ocasiones como la que hoy nos preocupa. Esta vez vi la segunda parte de la final de Liga de Campeones entre el Manchester United y el Bayern Munich (2-1) seis veces. Fue una gran derrota del equipo alemán. Por otro lado, el efecto Triunfo ha sido tal, que las otras cadenas incluso renunciaron a poner su programación habitual AL DÍA SIGUIENTE. Eso también es una derrota enorme. A mí, en cambio, nadie me vence, mientras se rebobinaba la cinta sacaba mi espectacular y bello cráneo al patio de luces del palacete y cantaba la sacarina canción de Operación Triunfo para deleite y educación de todo mi personal vecino. Que se jodan.

(Más derrotados: Se dice que todas las discográficas rechazaron el proyecto en un principio. Ahora se han apuntado todas al susodicho carro de ganadores. Hoy más que nunca me gustaría ser el funcionario del INEM que les tiene que tramitar los papeles del desempleo a los ejecutivos que en su momento dijeron que no. Quizá esta sea la causa del gran aumento del paro en los últimos meses.)

DERECHO TERCERO. Perderse la gala de Operación Triunfo. Mi chavala optó por no ejercer este derecho y me dejó solo en casa, por lo que tuve ocasión de ver el partido en pelotas, lo cual provocó gran hilaridad entre el público de vecinos que disfrutó inmensamente de mi fabulosa interpretación del tema sacarinoso que ya conocéis. Algunos, entusiasmados, incluso me jaleaban para que me introdujese cualquier objeto contundente en el ano. Por desgracia, no pude complacerles.

DERECHO CUARTO. Perderse la gala de Operación Triunfo. Incluso vino la policía, que muy amablemente me animó a ponerme el albornoz de seda con el que pululo por el palacete en días de asueto. Después nos sentamos los tres, el agente, la agente y un fiel siervo de todas vosotras, Queridas Amigas Personas Lectoras, a ver la segunda parte del Manchester-Bayern (2-1). Estos aguerridos servidores de la ley también sintieron la necesidad y la dicha de ejercer el derecho cuarto de todo ciudadano televidente; por lo menos hasta que vino el médico a pincharme. Del resto sólo recuerdo que Nina, toda vestida de cuero, con un látigo en cada mano y un fuete en la otra, me obligaba a cantar la canción de la sacarina hasta que me quedase afónico. ¡Qué glorioso momento!

DERECHO QUINTO. Perderse la gala de Operación Triunfo. A la mañana siguiente me levanté con el hocico pastoso. Era como si tuviese la boca llena de puré de patatas, os lo juro, Queridas Amigas Personas Lectoras, y tuve que utilizar un disolvente industrial para lavármela y poderle dar los buenos días que se merece a mi chavala, que se sintió moralmente obligada a contarme toda la gala con sangre y pelos y señales y de principio a fin. Por ella me enteré de que habéis votado al llorón. Mi chavala piensa que de esta manera el pueblo llano se votó a si mismo. Allá ella. A mí se me ocurre que el pueblo llano se dio cuenta de que Manu y Chenoa no le necesitan para triunfar y por lo tanto dieron su voto a quien no puede triunfar por sí solito. Algo similar ocurre en la política: el pueblo vota al PP que no se vale a si mismo, pobrecito, mientras que se imagina que el resto de los partidos ya se apañarán.

Ese es el quinto y último derecho de todo ciudadano televidente. Sabéis que nos queda Fama para un rato, ¿no? Vosotros os lo habéis buscado. Antena3 ya está en ello con una serie; ya veremos lo que se está cociendo en los despachos de las demás cadenas.

La próxima quincena, y si el pueblo lo avala: Confianza ciega: os prometo que no hay mejor basura en toda la tele.

Cariño, ¿se ha terminado ya el disolvente industrial? Me ha llamado Ijalba, que dice que lo necesita para quitarse la manchas de tinta que le han quedado de tanto leer el periódico.



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