Revista poética Almacén
Impossibilia

[Marta Paredes]

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Tipos de lágrimas

En las civilizaciones antiguas las lágrimas no escondían, como ahora, sino que se guardaban. En un museo de Delfos vi pequeños recipientes de barro hechos para custodiar lágrimas. Se parecían un poco a los frascos de khol, que ennegrecen la mirada, pero eran todavía más pequeños. Cuando volví de Grecia, traté de averiguar cuál era el sentido de esa paciente búsqueda de lágrimas, de su envasado cuidadoso y de su enterramiento. En el museo habían examinado y catalogado todas aquellas ánforas, pero habían olvidado explicar el porqué. Suele suceder en los museos, que no necesitan un porqué, sino un objeto. Múltiples objetos. Es lo que Aloïs Riegl denominó “culto moderno a los monumentos”, basado en el valor de antigüedad. Cualquier cosa adquiere legitimidad, e incluso belleza, sólo por ser antiguo.

En cambio, los comisarios de la exposición de Delfos no contaron con que las lágrimas se evaporan. De ahí su grandeza —la grandeza de las lágrimas, evidentemente, no la grandeza de los comisarios. Al margen de los surcos que sean capaz de trazar bajo los ojos en su lenta caída hacia los labios, las lágrimas no dejan huella alguna después de haber descrito su curso. Ni la mirada enrojecida ni la voz entrecortada por el hipo duran lo suficiente como para convertirse en piezas de museo. Aunque sean délficas. Tal vez bajo tierra, al calor de un túmulo, las cosas hayan sido diferentes. A lo mejor las lágrimas de los antiguos griegos descansaban en paz junto a sus tumbas hasta que los arqueólogos decidieron exhumarlas. Al fin y al cabo, es el aire el que apaga las velas. Las lágrimas expuestas a la vista de todos son lágrimas expuestas a la vista de nadie. Inevitablemente, acaban por evaporarse.

En un libro leí que para los griegos el llanto era un envío de los dioses. Júpiter Tonante y su séquito de divinidades mal avenidas descenderían del Olimpo como si fueran ríos, dirigiendo el caudal descendente de la emoción o de la pena. Algo parecido se puede leer en el Libro de las Mutaciones, glosado por Confucio: “El corazón, igual que el agua, define su sentido en la caída”. Me atrae la idea de que las lágrimas, que nuestra sociedad, en el mejor de los casos, sólo perdona —y, en muchos casos, hasta proscribe— habían sido vistas, en otros tiempos y lugares, como un don de los dioses. Se dice que, amparados en esta creencia, los griegos no querían dejar caer el llanto al suelo, porque sería indigno de su alta condición. Por eso lo encerraban en vasijas, que luego depositaban como ofrenda al lado de sus muertos.

Cuando era muy pequeña, lloraba cada vez que mi madre encendía el tocadiscos. Las primeras veces, ella lo apagaba, convencida de que no me gustaba aquella música, hasta que descubrió que lloraba precisamente porque me gustaba. Me temo que, con la edad, es fácil ir perdiendo este tipo de llanto. En mi caso perdura en ocasiones puntuales, que en todo caso no voy a consignar aquí. En cambio, aclararé que es el tipo más noble de la taxonomía y, tal vez por eso mismo, también el más discreto. Lágrimas como estas podrían ser guardadas en vasijas, con etiquetas adhesivas para despejar la incógnita: “llanto de gratitud”, “llanto de película de Lars von Trier”, “llanto de aprendizaje”, “llanto por robo de maleta o virus informático”, y así sucesivamente.

Después está el llanto de los exhibicionistas. Este tipo de llanto, entrecortado y audible, caracteriza a quienes practicamos el chantaje emocional. En los casos más incorregibles, va acompañado de pequeñas convulsiones que lo hacen muy espectacular. Las súplicas del alma pueden desatenderse, pero siempre que un cuerpo tiembla contra otro cuerpo se activa la memoria de la carne, y con ella el perdón. Sin embargo, al ser este un llanto básicamente terrenal, es difícil de guardar, porque en cuanto se vierte las ánforas se rompen.

Queda, así, dibujada una tipología provisional de lágrimas: 1) las que no se ven pueden guardarse y activan el sistema de riego del espíritu (sin hijo ni paloma); 2) las que se ven quiebran el cántaro, como en el cuento de la lechera, pero salen al mundo de las cosas. Sírvase usted mismo.


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Comentarios

tutut

Comentado por aeris el 2 de Junio de 2003 a las 07:47 PM

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Comentado por aeris el 2 de Junio de 2003 a las 07:48 PM

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Comentado por aeris el 2 de Junio de 2003 a las 07:49 PM