Revista poética Almacén

Máquinas, órganos, cyborgs y guerreros, II

"...un organismo cybernético, una criatura de ciencia ficción y una criatura de realidad social. A finales del s. XX todos somos quimeras, miticos hybridos de máquina y organismo, cyborgs."

Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature
(New York 1991) Donna Haraway

El proceso de hibridación hombre máquina conducente a la materialización de un nuevo ser, ajeno a ambos pero participado simultáneamente, puede extenderse conceptualmente a la necesaria apropiación del espacio que el animal urbano busca dentro del cuerpo denso, dentro de la ciudad que le es ajena.

El organismo que protege su cuerpo de los condicionantes de un entorno hostil, buscando en su actuación superarse, o aquel que se vale de lo que le rodea para adaptarse al medio que le proporciona las herramientas con las que defenderse, al tiempo que se las exige, no es capaz al fin de convertirse en uno sólo con su tecnología. Es sin embargo en la búsqueda de un exoesqueleto tecnológicamente capaz donde radica la añoranza de una verdadera identificación organismo máquina dispuesta esta a ser asumida por el individuo como la más real de las simulaciones sociales en las que se sumerge.

El proceso de identificación al que se aboca el organismo que habita el cuerpo denso supone en si mismo la aceptación de una simulación impuesta, una simulación en la que los operadores ajenos al proceso insisten no sólo en la capacidad tecnológica del exoesqueleto, esgrimida siempre en términos extraños al proto-cyborg, sino también y sobre todo en la capacidad que el artificio tiene para superar los obsoletos mecanismos de los que tradicionalmente se ha servido el organismo pero sin rechazarlos. Se reparten así las anunciadas y esperadas potencialidades del aditamento técnico entre la realidad (definida como la mas convincente de las simulaciones) deseada y la primitiva protección matricial, perdida ahora que la consciencia de su desaparición queda establecida por los interesados operadores en términos de falsa comparación.

En ausencia de operadores ajenos al organismo proto-cyborg, este se procurará la cubierta tecnológica de manera similar a sus hermanos pero siempre teniendo como objetivo definido la búsqueda de una identificación autónoma que se resolverá siempre a pesar de la obligada generalidad de los elementos que acabarán de dar forma a los tecnoimplantes. Al fin, estos añadidos deben satisfacer la búsqueda de una necesaria interactuación entre los ajenos, órgano y máquina. Cuando hacen su aparición los operadores de la falsa simulación añorada el exoesqueleto se ve sometido a un desarrollo recurrente, a un proceso cuyo fin han hipotecado por conocido y es entonces cuando el organismo se ve envuelto en un caparazón mécanico dentro del que es colocado en la ilusión de su búsqueda de una hibridación singular, un mecanismo que intenta la simulación social ansiada por el todavía organismo biológico, por el proto-cyborg y en el que intenta rechazar la repetición jugando con los escasos parámetros que los operadores han dispuesto a su alcance a modo de señuelo. Es el proceso de producción del mecanismo el que hace que las posibilidades de unicidad se vean restringidas ya desde el momento mismo de la concepción del elemento, de manera que no se plantea la real capacidad de variación de este en ningún momento del proceso de desarrollo y es sólo por parte del organismo ajeno que se solicita tímidamente la capacidad singularizadora.

En el momento de apropiación el organismo proto-cyborg se rinde ante la escasa capacidad del cuerpo tecnológico asumiendo de manera inconsciente la crítica a éste, su ajeno imprescindible, y aceptando su configuración ya no como la mejor de las posibles, aspiración de carácter evolutivo deseable, sino como la mas acertada dentro del simulacro social en el que se instala. Es a partir de este momento en el que hace su aparición un proceso de simulación de segundo orden, una simulación dentro de la simulación primera, dentro de la simulación social elegida, y el organismo híbrido intenta de manera desesperada hacerse pasar por el cyborg que no es y que acaba de entender que ya no podrá ser jamás dentro de la falsa unicidad de su membrana externa. El dispositivo empleado para esta segunda simulación supone el análisis de secuencias mas o menos estereotipadas que de manera inconsciente serán asimiladas por medio de un mecanismo de recurrencia conducente a una imposible singularidad, un mecanismo que no busca ya la identificación propia sino la simulación de esa identificación a través de las imágenes procesadas. El organismo mixto resultante no puede ser denominado cyborg debido a la absoluta desconexión entre ajenos, no se produce una interactuación entre extraños para dar lugar a un nuevo y distinto material sino que se maquilla una recurrencia para que luzca distinta.


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