Revista poética Almacén
Zasnujismo

errores tipográficos

[Purranki Sandongui]

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George Lucas en el Ikea —estampas del pueblo de Steven Seagal

Se ve que eso sí que es cierto. Tampa, al Norte de la Florida, en los Estados Unidos de América, es realmente la cuna del Tampax. Es eso y muchas cosas más. Algunas difíciles de explicar.

Cerca de Tampa está Orlando. Y en Orlando está Disney. Pero no sólo está Disney, hay unos treinta parques temáticos más. Cada uno con un tema más estúpido que el anterior.

Existe realmente un parque llamado Hamlet Bush que comenzó siendo un anexo de la fábrica de cervezas del mismo nombre. Con el tiempo quitaron la fábrica y casi todo el mundo fue al paro. Los que siguieron trabajando en el parque pusieron una atracción llamada la media hora de la cerveza. Supongo que en parte por sentimentalismo y en parte por solidaridad obrera.

El que no conoce su historia está condenado a repetirla, o algo. Esa es una de las cosas que se suelen decir. Que sabemos poca historia y tal.

En otro de los parques han hecho una reproducción meticulosa de una estación de metro neoyorquina. Con un tren de verdad y todo que hace un corto trayecto hasta otra estación igualemente falsa. Al llegar a la otra estación las puertas no se abren. En vez de eso, todo tiembla y el techo de la estación se desploma. Un camión cisterna que había en la calle arriba cae en el andén y estalla en llamas de forma espectacular. Como en las películas. Todo es falso, por supuesto, pero se transmite con nitidez la sensación de que vamos a morir todos.

Otra atracción consiste en una parcela de desierto de la que nos separa un cristal grueso. Hay casitas, alguna vaca, un tractor. Se simula un tornado. Es muy bonito. La vaca vuela y la casita se esconcha. El tornado es un viento que se sabe poner de pie.

También hay un parque temático sobre el invierno nuclear. Muy cerca de donde hicieron el primer ensayo atómico. En el parque hay reproducciones de refugios y trajes de goma y de cosas así.

No sé si tiene mucho que ver con esto pero el millonario que construyó ese parque no ganó en vida lo bastante como para criogenizarse tal como hizo Disney. Sólo pudo congelarse la cabeza. Está segura y vigilada bajo tierra, donde la radiación no puede llegar. Su temperatura es monitorizada por tres turnos de empleados, de ocho horas cada turno, de forma permanente. Eso quiere decir que también en Navidad y en Acción de Gracias y el Cuatro de Julio hay gente mirando esa cabeza detrás de un vidrio grueso.

Uno de los problemas con estas empresas de criogenización es que hay mucho fraude. No hace mucho descubrieron que una de ellas en realidad no congelaba a la gente. Usaban figuras de cera y hielo seco para dar la impresión de un cadáver congelado. Efectos especiales. Eso por si venían familiares. Pasados diez o veinte años ningún familiar de los millonarios viene ya a ver los supuestos cadávers y entonces se pueden rehacer las figuras esculpiendo el rostro de otra persona nueva. Como en las películas. Detrás de un vidrio tintado todo el mundo puede ser tu padre muerto.

La gente normal tiene problemas con los caimanes. Es un país así. Está cerca de unos pantanos tan grandes como Francia. Los caimanes se internan en la ciudad y se desorientan un poco. Se cuelan en las piscinas o en los jardines de la gente. Aunque el caimán sea pequeñito nunca hace gracia. Los caimanes siempre parecen cabreados por algún motivo. Son como los tiburones. Aunque en el caso de los tiburones debe ser por lo de no dormir: Responder siempre a los estímulos agobia. Si los tiburones pudieran descansar comerían seguramente lechuga. Como no pueden descansar se te comen a ti. Se te pueden comer porque les llevas la contraria en el fútbol o sobre política internacional.

La vida en Nortamérica es o podría ser como la vida de un molusco o de cualquier otro bicho. Se enfadan con facilidad y todo el mundo lleva pistola como en el oeste de las películas. Pero tampoco tienen del todo la culpa, a lo mejor no es una comparación muy afortunada.

El centro de Tampa en todo caso una calle gorda con diez carriles. Aquí y allá cruzan personitas de ambos sexos, de dos en dos y de tres en tres. Muy pocas. Las calles estan vacías como si hubiera un duelo de esos de las películas. No pasan coches, sólo de vez en cuando.

Esto ha sido la descripción del centro de una ciudad en la que viven cuatro millones de personas.

Los microondas son gigantescos, eso sí que se puede decir. Lo puedes postcocinar todo menos un buey. De ahí viene el concepto de cocina americana. La gente no cocina y pueden juntar el comedor con la cocina porque simplemente se meten ahí detrás y hacen como que exprimen zumos de naranja o como que calientan cosas en el microondas después de mirar bien en los envoltorios los consejos sobre la seguridad en el hogar. Cotufas o nachos. Costillas de cochino instantáneas para microondas. Incluso hay una pizza desecdada a la que se le tiene que añadir agua.

Mi amigo Daniel fue en mitad de todo esto a comprar una bolsa de papas fritas. Tarea imposible. Todas tenían un tamaño fabuloso. Las familiares, en cambio, tenían un tamaño simplemente absurdo.

Todo el mundo está muy gordo, por lo tanto, y no hay demasiado que hacer. En una ciudad pacífica y correcta no es necesario hacer nada. Y no hay tampoco ningún sitio donde huir.

Por eso no hay bares propiamente dichos. Son muy difíciles de encontrar. La gente va a trabajar y vuelve y en eso consiste una vida sencilla. Los buenos americanos se jactan de no meterse en líos y de llevar lo que ellos llaman vidas sencillas.

No hay bares pero sí hay sin embargo un montón de sitios de esos donde la gente come a mediodía. Casi se podría confundir uno pensando que son bares. El café es barato pero les compadeces por él. Muchas veces se puede pedir una sola cosa vagamente comestible pero con mil variantes ridículas. Bocadillos o cosas así. Normalmente las variantes toman el nombre de actrices norteamericanas o de jugadores de beisbol norteamericanos.

Se alimentan de bocadillos y todo cierra a las seis, por eso todo el mundo suele pasar el fin de semana comprando. Las tiendas estan agrupadas en unas naves que llaman malls a las que hay que ir en coche. No estaría mal si también hubiera tiendas en las calles normales. Los paseos se convierten en algo extraño y se tiende a salir menos. A nadie le gusta merodear continuamente por las propiedades de sus vecinos.

No está bien. No tienen problemas de aparcamiento. Eso es un punto a favor.


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