Revista poética Almacén
El entomólogo

Crónicas leves

[Marcos Taracido]

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El oso, el monstruo y el cachorro

Primero me entró por los oídos. Lo escuchaba una y otra vez, y, aun memorizado, no dejaba de reportarme el placer y el gusto de lo novedoso. Hablo de finales de los 70 y principios de los 80, y Disney aún no había descubierto el filón de los videos, así que yo me conformaba con escuchar en casset las bandas sonoras de sus películas; entiendan banda sonora en un sentido global: todo el sonido de la película, con los diálogos, las canciones y los efectos sonoros. Ver después la película fue aplicar a cada fonograma una foto y, claro, gozarlo: El libro de la selva (Wolfgang Reitherman, 1967) siempre ha sido la película de la factoría Disney que más me ha emocionado. BalooObvio es que hay en esta predilección mucho de subjetivo y que surge de mi particular cosecha de fantasmas del pasado y del presente, pero creo sin embargo que tiene algunas características que elevan esta producción por encima de las otras del criogenizado mago cinematográfico: La banda sonora, la música, es la única soportable en su totalidad, con canciones memorables (The Necessities, Oscar a la mejor canción) y números musicales a los que difícilmente pueden resistirse las piernas (pienso en el swing del Rey Louis). Y quizás es la película que mayor número de personajes interesantes tiene, cuidados en la caracterización y en el dibujo. Pero a mí me enganchó Baloo, ese oso mañoso, desgarbado, torpe y alocado, que se hace cargo del cachorro humano, lo llora y está a punto de dar su vida por él. A este cronista morboso, amante de lo oscuro y extraño, salvaje a veces, se le siguen saltando las lágrimas cada vez que presencia de nuevo la falsa muerte de Baloo.

Desde esa ya lejana niñez he visto todas pero todas las películas de dibujos para niños (muchas veces no por gusto, créanme) y ninguna me ha gustado tanto. Hasta ahora, que ha llegado Monstruos S.A. (Pete Doctor, 2002). El año pasado se estrenó Shrek (Andrew Adamson y Vicky Jonson, 2001), magnífica y muy divertida, pero no es para niños: su argumento parte de una premisa sólo comprensible por los adultos y la mayor parte de sus chistes y guiños son para mayores con cultura cinematográfica y literaria detrás. Sin embargo, el argumento de Monstruos S.A. gira en torno a una obsesión infantil universal [1] : el miedo a que algún monstruo salga del armario o de debajo de la cama. También aquí las virtudes objetivas son muchas: no hay canciones que interrumpan la acción, los personajes son sencillamente entrañables y el guión es muy sólido (mucho más desde luego que el de El libro de la selva, bastante cojo). Pero, claro, yo me quedo aquí con James P. Sullivan, el monstruo asustador número uno. .James P. SullivanSullivan tiene muchos puntos en común con Baloo: igual que el oso, el monstruo se hace cargo de un cachorro humano, lo cuida, lo protege, lo quiere y sufre su marcha. Sin embargo Sullivan es más maduro e inteligente que Baloo y no necesita de ningún Pepito Grillo (Bageera, la pantera) para tomar decisiones y avanzar: incluso ya rendido por completo a las garras infantiles de Boo, la niña intrusa en Monstruópolis, Sulley lucha siempre por devolverla a su mundo, seguro de que sólo allí podrá estar bien. Sullivan −como Baloo, aunque éste de un modo más años sesenta− descubre con Boo la paternidad: abandona todo, la fama, la amistad, toda su vida, para cuidarla y protegerla.

A estas alturas ya lo habrán adivinado: yo quiero ser como ellos, como el oso y el monstruo.
Ya tengo el pelo de ambos −salvo en la cabeza− y algo me asemejo en corpulencia; no envidio los cuernos de Sullivan ni el culo de Baloo, pero si su arrojo. También, como ellos, tengo un cachorro humano a mi cargo, y sólo quisiera emularlos ayudándole a escoger bien el puerto de embarque.

A mi cachorro humano, en su segundo año

[1] El argumento: Monstruos S.A. es la industria que abastece de energía a Mostruópolis. Esta energía se consigue de los gritos que los niños humanos profieren cuando los monstruos entran en su habitación a través de las puertas de los armarios, comunicadas con Monstruópolis pero sólo en una dirección. En un error una niña humana entra en Monstruópolis y dos monstruos se encargan de intentar devolverla a su mundo.


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Comentarios

Un texto muy tierno, acido, lleno de nostalgia y emocionado donde el recuerdo de la infancia (el tiempo) pasa como en una pelicula de dibujos animados. El niño ya es padre y lleva sobre la espalda a su cachorro humano que ya va a cumplir dos años. Time flies! ¿Pero qué haremos con el monstruo que no tiene a nadie que llevar en sus hombros?
Happy Birthday, baby!
Baloo

Comentado por Baloo :) el 3 de Octubre de 2002 a las 04:53 AM