Revista poética Almacén
Tele por un tubo

[Ramiro Cabana]

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En la cumbre

El amiguito Segarra me nombra en su columna de la quincena pasada. ¿Qué sabrá él de mi frágil, si no virtual, existencia? ¿Qué sabrá él de los programas que me formaron como televidente (o sea, como ciudadano en la única ciudadanía todavía permitida)? ¿Qué sabrá de mi infancia como aguerrido seguidor de Tom & Jerry? ¿Como revolucionario odiador de Sesame Street, conocido aquí como Barrio Sésamo?

Mientras en Espéin miraban extasiados la carta de ajuste en espera de Heidi, esa verdadera Formación Nacional de los espeinoles y las espeinolas, queridas amigas, un Defensor vuestro disfrutaba de lo lindo con los tortazos, las bofetadas y las explosiones de unos dibujos que cuando yo era niño ya eran viejos.

¿Y qué me decís del gran perrillo Droopy? Ah, Droopy, el vencedor de todas las lides, amante incasable de princesas perrunas, deportista sin par, sheriff incorruptible. Droopy era el héroe pequeñajo e improbable de aquellos cuya supervivencia, como la mía, estaba en cuestión. Los pequeñajos e improbables nos deleitábamos con sus proezas, con la posibilidad de ser un ser insignificante pero triunfal, an underdog on top.

Mientras: aquí teníais a Heidi, queridas amigas. Por eso he venido YO al Almacén, a defenderos de vuestra inconsistencia, de vuestra insubstancialidad, de vuestra inversión en los valores equivocados: antes teníais a Heidi, hoy tenéis a Operación Triunfo. ¿Lo veis? Es lo mismo.

Es la bondad barata. El timo de la estampita convertida en póster de Bustamante. O del mamón de turno. Confieso que no puedo verlo. Mi chavala intentó obligarme un par de veces, pero como que me obliguen me pone cachondo, ya os podéis imaginar en qué clase de gimnasia acabó aquello.

Pero voy al grano. Amigas: tengo la breve sospecha de que este país se divide en dos clases sociales: la pija y la petarda. No importa cual sea vuestra situación socioeconómica. No importa si trabajáis en la construcción o en el banco donde el Marichalar. No importa si no llegáis a fin de mes o lleváis unos zapatos de a 600 euros el par. No importa si vuestros derechos sociales se van encogiendo día con día o si os escaqueáis de pagar impuestos porque el jefe de Hacienda de turno viene a cenar a casa vuestra. NADA DE ESO IMPORTA, mis amadas amigas personas lectoras, porque las únicas clases visibles en este país, en nuestra bienquerida y maltrecha Espéin, son la pija y la petarda.

Eso quedó claro clarito el otro día cuando mi ídola, mi razón de ser por la mañana, mi inagotablemente admirada María Teresa Campos acudió al programa de Julia Otero (TV3). Primero pasó que el aeroplano (¿Iberia?) de la Sra. Campos se retrasaba y la Sra. Campos no llegaba al plató. Otero andaba nerviosa. Tanto que para abatir su congoja se puso a hacer gimnasia con las jubiladas del público. Pero de eso ya hemos hablado felizmente en columnas anteriores.

Luego volvió a su mesa. ¿Y qué hizo? ¡SE PUSO A HABLAR DE CACA! ¡Amigas, es absolutamente inaudito, o sea, lo nunca oído, y para el caso, lo nunca visto! La Otero hablando de caca. Pero no de cualquier caca, queridas, ni de la caca en abstracto. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO:
Hablaba de la caca caquita, de la caquita que sale en bolitas duras, apretadas, compactas. Las bolitas que caen al agua inodora desde, al parecer, una altura similar o idéntica a la de las cataratas del Iguazú. Y que, por consiguiente, y para que no nos preocupemos, reenvían un telegrama, avisando de su llegada al agua sanas y salvas, en la forma de esa gotita que tan impertinentemente nos moja el culillo, el ano, el tercer ojo, el ojete (un saludo para Pilar), el puño de ligas, sí amigas, el héroe de toda castidad. Cagas una bolita y te mojas el chiquito. De eso hablaba la bella Otero mientras iba llegando la Sra. Campos.

Pero por fin llegó la Sra. Campos a salvar el día. La televisivamente improbable Sra. Campos. La Sra. María Teresa Campos es Droopy pero en señora. Y para que no se sienta insultada porque la comparo con un perro de dibujos animados, repetiré que yo me identifico con Droopy, el underdog, el que tiene las de perder pero gana. ¡VIVA MARÍA TERESA CAMPOS!

Bien. Hemos llegado a la entrevista, a la cumbre Campos-Otero. ¡Y que gran batalla, queridas amigas! ¡Qué lid! ¡Qué duelo de presentadoras!

Todo empezó muy bien, con un intercambio de piropos y galanterías. Los primeros minutos suelen ser de tanteo, como cuando juegan dos grandes equipos. De repente, Otero creó la primera ocasión de peligro, un zurdazo desde el borde del área al palo: “A las once de la mañana te pones petarda.” ¿QUÉÉÉÉÉ? ¿He oído bien? ¿Otero ha llamado PETARDA a Campos? Esto no puede quedar así. Campos recuperó la pelota en el medio campo y envió a sus mejores al contragolpe: “Si yo me pongo petarda, tú eres una pija.” GOL.

¿Sabéis, queridas amigas, cómo a veces, cuando un equipo recibe un gol, se queda como atontado, turulato, y pierde el control del partido y se expone a la goleada? Así Julia Otero. En cambio, la Sra. Campos se comportó como el Milan del otro día en Liga de Campeones. Metió un gol y se dedicó a defender el resultado, lo cual no quita que ninguno de los dos haya hecho un gran partido. Me refiero al Milan y a la Sra. Campos.

Julia Otero perdió los papeles y el control de la entrevista. María Teresa Campos, como el Milan, estuvo intratable. No hubo manera de que el balón entrara en su portería. Por fin, el tiempo se acabó, y las dos presentadoras se abrazaron e intercambiaron las camisetas. ¡Qué gran partido, queridas amigas! ¿Así, sí que dan ganas de aficionarse al fútbol!

O a los talk shows.


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Comentarios

Mentiraaaaaaaaa!!! Otero to the power.

Comentado por XUNIK el 1 de Abril de 2003 a las 03:29 AM

Mentiraaaaaaaaa!!! Otero to the power.

Comentado por XUNIK el 1 de Abril de 2003 a las 03:29 AM

Mentiraaaaaaaaa!!! Otero to the power.

Comentado por XUNIK el 1 de Abril de 2003 a las 03:29 AM