Revista poética Almacén
El entomólogo

Crónicas leves

[Marcos Taracido]

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El silencio

Convendrán ustedes conmigo en que el silencio es asunto pequeño, aunque sólo sea porque no existe: su esencia es parcial y se manifiesta cuando por ausencias y consonancias de otros elementos brotan sus cualidades. Dicho de otro modo: el silencio absoluto es imposible por cuanto nunca deja de haber ruido en el cosmos, y mucho menos en nuestros microcosmos. El compositor flamenco Fran P. Bourgeois (Arnhem, 1762-1812) lo explicó mejor:

Cuando al principio buscaba un silencio en la composición pensaba en una suspensión total del sonido, una tregua absoluta que durante unos segundos eliminase en el aire cualquier ruido y permitiese determinados juegos con la estrofa melódica antecedente y consecuente. Ahora, ya sé que toda pausa que yo ordene en el sonido de la orquesta, será cubierta por el sonido del mundo.

Así pues el silencio siempre será parcial, y a ese silencio puede llegarse por uniformidad de los ruidos reinantes o por ausencia de uno de los sonidos que mojan el ambiente.

Sin ir más lejos, el 24 de diciembre de 2002, se produjo un ejemplo del silencio por uniformidad de los ruidos, que al sonar todos de igual modo dejan de percibirse diferencias y, por lo tanto, se crea la ilusión del silencio: a las nueve en punto de la noche TODAS las cadenas de televión retrasmitieron durante unos minutos el mismo evento: el mensaje de Navidad del rey de España. El silencio es doble por cuanto la prensa del día siguiente destacaba con unanimidad en primera página el suceso. E incluso se puede aventurar que el silencio es triple al advertir que además de destacar TODOS los periódicos la noticia TODOS la destacaban en términos elogiosos y TODOS reflejaban como TODAS la fuerzas sociales elogiaban el discurso. Cabe preguntarse por qué esta unanimidad en la aceptación y elogio del mensaje del Rey, sobre todo si tenemos en cuanta que la aparición navideña del monarca no cumple ni uno solo de los requisitos mínimos para ser un éxito:

- No hay originalidad ni sorpresa: cualquier español podría haber adivinado cuáles serían sus temas y cómo serían enfocados.

- No hay relevancia: el mensaje del rey nunca ha cambiado nada en España, ni ha servido para una mejora social ni política, ni, en definitiva, sus sugerencias han sido tenidas en cuenta por nadie con capacidad para resolver algo.

- No hay calidad técnica: no creo añadir nada nuevo al panorama español si digo que Juan Carlos I de España es uno de los peores oradores de la Corte; a eso es necesario añadir que, como programa, el mensaje de navidad es uno de los peores programas de la televisión: ñoño, de realización anticuada y vestuarios y decorados rancios.

Quizás por todo eso tengan que suprimir la competencia y así poder decir después que el 87% de los españoles siguieron el mensaje, dato por otra parte revelador: el 87% de la población tenía la tele encendida a las nueve de la noche.

Repito, pues, la pregunta: ¿Por qué esta unanimidad en la aceptación y elogio del mensaje de navidad el Rey? Pues por un pacto de silencio, un pacto que obliga a callar el nacimiento de esta democracia, un pacto que obliga a ensalzar la figura de un rey, una figura medieval que constitucionalmente es superior a todos lo españoles y a la que hay que alabar y publicitar y pasear como se hacia en tiempos de Felipe V, un intocable política y jurídicamente que encabeza un sistema democrático.

A la estatua de bronce del santo rey don Filipe III, que está en la Casa de Campo de Madrid, reaída de Florencia
¡Oh cuánta majestad! ¡Oh cuánto numen, en el tercer Filipo, invicto y santo, presume el bronce que le imita! ¡Oh cuánto estos semblantes en su luz presumen!

Los siglos reverencian, no consumen,
bulto que igual adoración y espanto
mereció amigo y enemigo, en tanto
que de su vida dilató el volumen.

Osó imitar artífice toscano
al que a Dios imitó de tal manera,
que es, por rey y santo, soberano.

El bronce, por su imagen verdadera,
se introduce en reliquia, y éste, llano,
en majestad augusta reverbera.
[Francisco de Quevedo]

¿Y qué tengo que decir del silencio por ausencia? Léanme ustedes la próxima quincena.

Mientras tanto, buen año tengan.


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Comentarios

Artículo tan brillante y lleno de agudeza como a-
costumbra Marcos en su entrega quincenal, que no
me pierdo. Sus comentarios ayudan a desempolvar el
interior del cerebro, a veces tan enquilosado por
tanta morralla como los medios acostumbran, en ge-neral, a ametrallarnos.
Comparto su visión de la vida, en general, y de
nuestra reciente historia, en concreto. Sus refe-
rencias al pacto de silencio de la transición y al
papel del rey... decir que nunca serán suficientes
por mucho que se repitan.
Acabo con una referencia muy personal para Marcos
por su indisimulada pasión por esos pequeños ani-
malillos en los que casi nadie repara y que llama-
mos insectos. La comparto desde que tengo recuerdo
de mí mismo. Gracias por tu palabra.
Raimundo

Comentado por Raimundo Cabrera el 2 de Enero de 2003 a las 11:15 PM

Pues nada más puedo decir Raimundo que un millón de gracias por tal cantidad de ánimo en tan poco espacio. Mejor comienzo de año imposible; salvo, quizás, si me tocase el gordo de la lotería de Reyes ;)

Un saludo,
Marcos.

Comentado por Marcos el 3 de Enero de 2003 a las 04:38 PM