Revista poética Almacén
Los Poetas

Enrique Falcón
Enrique Falcón (Valencia, España, 1968) cree que la función de la poesía es "desordenar la vida, acompañar las opciones civiles (personales, colectivas) por la resistencia, renombrar el mundo, pronunciar 'nosotros' —para el cautiverio y la esperanza— en una lengua que no sea la materna." (Entrevista para Almacén, mayo del 2002). Comprometido con numerosas causas sociales, escribe ensayos, edita revistas y, sobre todo, escribe poesía, faceta en la que su proyecto más ambicioso es La marcha de 150.000.000 (Germanía, 1998), proyecto de ininterrumpida expansión de verso poderoso y ritmo inmenso. Página personal Artes poéticas

LA MARCHA DE 150.000.000: EL SAQUEO

Fragmento XI

01 Soy altura de perro.
02 Naceré en los instantes de cada luz volcada.
03 Mis nombres me los dieron el libro la bala la guerrilla.
04 Tuve amigos.
05 Los huesos se apagaran con una voz tranquila una voz prestada.
06 A lo lejos mis ojos se derrumban tras el humo de los tanques.
07 No sé si respirar.
08 Extranjeron las algas los caminos tus clavículas de estaño.
09 Extrajeron los gatos sus agujas de trampas policiales.
10 Sacaron los esófagos extirparon las camisas de su dueño.
11 No hubo ruido.
12 Soy altura de niño enloqueciendo todas estas tumbas.
13 Otra vez naciendo muerto en las matanzas de la boca.
14 No sé si respirar.
15 Hablaron como bucles en el plomo.
16 Hablaron como tengo que plantar un árbol nuevo.
17 Hablaron como si-has de respirar?
18 Soy la altura de un pueblo perseguido.
19 Naciendo a cada instante de una bala muerta.
20 He de ensuciar los patios los cuchillos los pozos ciegos.
21 Entierran a los hombres con un pañal de frío.
22 Algunas detenciones te incomodan.
23 Ruptura entre la sangre de las tardes tranquilas.
24 Quiero morder las averiguaciones.
25 Quiero levantar el mirto abierto.
26 Estas zonas ilegales.
27 Estas llagas.
28 No sé si respirar.
29 Poseeré todas las hojas las escuelas los fusiles.
30 Cuando ya me hayan convertido.
31 Repleto de estaciones y cuartillas estúpidas.
32 Cada lenguaje castiga las bocas.
33 He de poseerme refugio y estanques en flor.
34 He de levantar todas las ventanas.
35 He de conseguirte menta barricada pájaro y estampida.
36 A los voluntarios que dejaron la noche.
37 Al heno, al último peligro en los portales.
38 Soy el primer hombre en haberte avistado.
39 Altura de las lenguas en las masacres públicas radiadas.
40 Poseo todo lo advertido las canciones.
41 Naceré de las conchas que volcaron tu hambre.
42 A los sucios epitafios de la zona prohibida.
43 A tu nuca de aguaceros detenciones perfectas.
44 A tus ojos descritos en las cartas oficiales.
45 Soy amargo como un niño tremendo.
46 Yo no sé si respirar.
47 Un perro que baja entre el suicidio del agua.
48 Mis dedos despelados por el nervio de la sangre.
49 Y, sí, yo te he visto desde antes de nacer.
50 Besabas clavícula meseta funda de los muros.
51 Que te bebiste la muerte sobre el árbol del madero.
52 Todo lo que no pude contra el olivo.
53 O para ti, —ruedo a rabias de Revolución.
54 En los dedales de su puño hambriento.
55 A la espera de otra soledad.
56 Yo no sé si respirarte-decirte tierra, "aliento".
57 Con mis labios atravieso la historia niña de los desposeídos.
58 Diminuto como un pretexto blanco.
59 Quiero pasarte por encima - por debajo toda tu sed.
60 Quiero penetrar tu vientre hendido.
61 Yo no sé si respirar.
62 Una altura de mujeres dislocadas.
63 Por los campos rojos de las revueltas yo camino.
64 (Sólo las grietas que fusilan los caminos).
65 Solas las cenizas, arrasadas, todas marcha, liquen-boca, —y nevisca.
66 Yo no sé si respirar.
67 Como tú: loco y calentura.
68. Soy el primer hombre en decirte hermano.

(de: La marcha de 150.000.000: El Saqueo,
Ed. Germanía, Valencia, 1998)




HOJA DE CONQUISTAS
a Diana Bellessi y Eliana Ortega


las mujeres enfermas que jugaron con burros
las que cavaron tumbas en las palmas de un trueno
las sólo voz dormidas en los centros solares
las hambrientas de todo
las preñadas con todo
las hijas del golpe y de los sueños mojados
las que fijan continentes que dejaron atrás
las niñas con pimienta en sus quince traiciones
las de pan-a-diez-céntimos sin cafetería
las del turno de visita con oficios de muerte
las madres eternas de los locutorios
las arrasadas, las caratapiadas, las comepromesas
las terribles solitas en las salas de baile
las clandestinadas pariendo futuros
las oficinistas que ahogaron sus príncipes
las acorraladas
las desamparadas, las sepultureras
las del polvo sobreimpuesto y el trago a deshora
las poquito conquistadas
las niñitas vestidas con mortajas azules
las que cosen el mundo por no reventarlo
las mujeres con uñas como mapas creciendo
las hembras cabello-de-lápida
             (todavía más grandes que su propio despojo)
las corresquinadas, las titiriteras,
las que tierra se trajeron atada a los bolsillos
las nunca regresadas
las nunca visibles
las del nunca es tarde
las del vis-a-vis sin un plazo de espera
las reinas en los parques y en los sumideros

todas ellas las mujeres que me llegan con todos sus cansancios,
todas, en sigilo: las amantes

y mis camaradas.


(de: Codeína; inédito)





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