Revista poética Almacén
Bodega de bodegones

Merienda de niños

Ramiro Coniglieri


Ramiro Coniglieri expone sus fotografías en Valencia del 14 de enero al 7 de febrero.



Merienda de niños


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Comentarios

siguen apareciendo como un misterio
estas reuniones de sujetos estáticos
hieráticos
mas no puedo evitar manifestar mi antipatia por esta alimentacion inorgánica,
estimado Ramiro
¿no hubiera sido mejor exprimirles una jarra de zuno de naranjas a los críos?

Comentado por adriana el 27 de Febrero de 2004 a las 09:56 AM

Querida Adriana,a los niños de hoy en día en muchos casos "el zumo natural" les parece muy ácido y no lo quieren, además esto corre como la polvora encendida y los niños todos quieren ser iguales, o mejor dicho no quieren ser distintos. Sin embargo con estos brebajes las madres y los padres nos aseguramos el éxito social ante los peques. LA PUBLICIDAD HACE MILAGROS, Y ELLOS LOS PUBLICISTAS LO SABEN.

Comentado por Ramiro Coniglieri el 23 de Marzo de 2004 a las 12:01 PM

Estimado Ramiro y adriana:

A los niños hay que decirles siempre la verdad.
Adriana, nuestra verdad es esta, la que nos ha tocado vivir, no es ni la tuya ni la mia (provablemente no sea la de nadie)pero no podemos huir.
Ramiro, Adriana tiene razon, vale que los publicistas nos llevan donde quieren, pero tampoco es como para hacer proselitismo de la infancia moderna y la publicidad que conlleva

P.D. Los donetes estaban riquisimos, gracias por la merienda

Comentado por cletus el 10 de Junio de 2004 a las 12:56 PM

Se desenvuelve la escena, en el artificial y denostado mundo de la imagen publicitaria. Pero sin apenas notarse, una ráfaga de diáfana luz prospera desde la sombra haciendo titilar el reducto de lo pernicioso y auténtico que es crear a pesar de la verdad y cocebir a pesar de la mentira. Todo se trasluce con infinita simpleza. Nada queda al libre albedrío de una composición sumisa al desorden. La disposición de formas, líneas, ángulos y sombras deslumbran de sinceridad. Queda patente el sello y el desaliento que transpira en el brillo triste del plástico y en las envueltas de colores deslucidos en su propio apetito de credibilidad alimenticia. Nos habla de un mundo hecho a la medida de putrefactos intereses que adormecen las conciencias con el delirante y acrecentado sentido de no velar ni por nuestros propios hijos. La hospitalidad de su veneno se enraiza mediante estabilizantes, acidulantes y porculantes.El batiburrillo de transgénicos se redecora e insufla pocos ánimos para su deglución.
Querido amigo Ramiro, has conseguido asir el velo y correrlo. Enhorabuena.

Comentado por Pedro Luis el 17 de Junio de 2004 a las 06:01 PM