Revista poética Almacén
Radioterapia

[Ramiro Cabana]

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Cuántos regalitos

Bueno, ¿qué pasa? ¿Que Santa Claus no os ha traído lo que esperabais? ¿Y qué esperabais? ¿Ya os habéis repuesto de la comilona? ¿Y de la resaca? ¿Ya habéis empezado a incumplir los propósitos que lloronamente os hicisteis, oh dulces amigas mías, mientras el taxi os depositaba en el portal de casa, borrachas, vuestra bella cabellera mostrando aún rastros de confetti y alguna que otra sustancia, gelatinosa o no, legal o ilegal, deseada o indeseada? ¿Habéis encontrado todo lo que queríais en las rebajas? ¿Os han vuelto a timar?

Como sabéis, queridas hormigas, un valiente servidor es su propio héroe. Me gusto tanto, que esta quincena he decidido hacer caso omiso de las sugerencias (U órdenes) de don Marcos Taracido, consistentes principalmente en obligarme a escuchar la inocua radio espeinola (en SENSURROUND) y escribir sobre las chorradas que dicen nuestros ligeros comentaristas y comentaristos. Esta vez, amiguitas, escribiré sobre la radio de otro país, ese país a cuya ciudadanía, real o moral, todas aspiráis: Estados Unidos.

La radio gringa es, en general, peor que la nuestra. Sé que lo creéis a pies juntillas, porque cuando alguien sale y dice que algo nuestro es mejor que lo de los gringos, nos lo creemos sin rechistar. Queremos creérnoslo, lo deseamos, lo necesitamos como un vasito de agua en medio del Serenguetti: por ahí anda nuestra autoestima, tan espeinola ella. Pero existe en EEUU una cadena de radio tan buena, TAN BUENA, que yo diría que es la mejor del mundo. Es National Public Radio, o sea NPR. Y podéis acceder a ella fácilmente desde la misma máquina en la que me estáis leyendo y por aquí: www.npr.org. Aunque claro, para disfrutar de NPR hay que comprender la lengua del imperio.

Empecemos por los programas de noticias. Hay varios: Morning Edition, All Things Considered, son los principales. Lo que ocurre con las noticias en NPR es que aspiran a ese viejo ideal liberal, la objetividad, la igualdad de oportunidades para el mayor número de puntos de vista. Yo sé que diréis que nada es objetivo, que todo es subjetivo, que todo parte desde una perspectiva y que todo es opinión. Sí, amigas, podéis decir las obviedades de café que queráis, pero eso no cambia la aspiración de NPR hacia la objetividad. Son tan equilibrados, de hecho, que acaban encabronando a todo el mundo: a la derecha casi entera y a la izquierda casi entera. Sólo queda una franja en el medio: la derecha moderada y la izquierda moderada (porque en política el centro no existe), compuesta por millones de personas gringas. Esa es la audiencia de NPR.

NPR es una ONG, la razón por la que se hace llamar pública es porque se sostiene con las suscripciones y donaciones de sus oyentes. ¡Y si eso no es sociedad civil, que me corten las patillas! Si tuviésemos que medir el nivel cultural de un país por la radio que sus ciudadanos defienden, no sólo con el índice de audiencia, sino también con el dinero de su bolsillo, he de avisaros, queridas amigas, que los americanos son culturalmente muy superiores a nosotros. Esa tontería espeinola de solazarse ante la ignorancia local diciendo que los gringos son todos unos ignorantes, no es más que consolación: sólo los perdedores necesitan esa clase de premios.

Una cosa que yo disfruto enormemente en esta cadena, son los reportajes. Van desde una notita de tres minutos hasta un documental de una hora: ¡Documentales por la radio, amigas! ¡En Espéin eso es tan difícil de imaginar como una Tercera República! ¿Por qué nadie hace documentales de radio en este paisillo nuestro? Alguien de la radio me dijo que son muy caros. Porque, claro, hay que pagar sueldos o tarifas inteligentes a personas inteligentes. Y eso en Espéin está prohibido, ¿verdad? O quizá lo que esté prohibido en Espéin sea la verdad, o la verdad que no sea la verdad de "ellos", esos seres secretos y feos que se esconden detrás de nuestros políticos y los manejan con la habilidad de un titiritero alemán. ¡Esa conspiración que os mantiene maniatadas y no os deja desarrollar todo vuestro potencial de buenas personitas!

O quizá sea que la inteligencia en Espéin no llega para tanto. O que a nadie se le haya ocurrido. O que a alguien se le haya ocurrido y la hayan echado a la calle como si hubiera trabajado para Antena3. O que la avaricia pueda más que la curiosidad y las ganas de ofrecer buena radio.

La música en NPR también es excelente. Hay jazz y música clásica en diversas franjas horarias, la música que no entra en las radiofórmulas, la que no atrae publicidad, la que hace falta oír de vez en cuando para recordar lo que la cultura Occidental de élite no sólo es interesante sino necesaria para el alma. Contrario a lo que los esclavistas nos quieren hacer creer.

Así que ya lo sabéis, amigas: NPR. Está en la internet. Echadle un oído. Les haréis un regalo, y a vuestros cerebros, también.

Vamos, Borja: veamos que nos han traído los reyecillos.


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