Revista poética Almacén
Radioterapia

[Ramiro Cabana]

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Teoría de la radio

Bueno, Teoría de la Radio Espeinola. Luego vosotras ya veréis si es aplicable, o apilable, en otras naciones-estado. Lo primero que hay que saber es que existen tres tipos de oyentes, o radioescuchas, que es una palabra compuesta y muy fea, como gilipollas. Esos tres tipos son: uno, si los oyentes son adultos, se les llama El Taxista (en versión masculina) y El Ama de Casa (en versión menos culina); dos, si son adolescentes, se les dice El Imbécil y La Tonta, respectivamente; y si pertenecen a la tercera edad, se usarán los términos El Pensionista y La Pensionista, de nuevo respectivamente a sus sexos.

Comencemos con El Taxista y El Ama, que puede ser o no su señora. El Taxista es el principal objetivo de las emisoras de radio, porque entra en contacto con más gente. El tipo de programa que mejor se adapta a los oídos de El Taxista es La Tertulia. Ahí se dicen toda clase de sandeces con la mayor naturalidad del mundo, se ofenden y defienden las políticas de los dos partidos principales, se señala con el dedo a IU, como diciendo que no tienen ni pajolera idea y se asegura que en Espéin existe la democracia, lo cual, aseguran, excluye a todos los partidos nacionalistas excluyentes. Luego es la obligación de El Taxista repetir a su pasaje todo lo que ha oído. Diecisiete veces en una carrera de poco menos de un kilómetro. Para El Ama, hay recetas de cocina, cháchara del corazón, alguna que otra noticita sentimental.

Ahora saldrá mi chavala y me llamará sexista. Pero yo no soy sexista; no puedo serlo en mis propias carnes porque mi chavala es clara, moral y físicamente superior a mí. En mi propia casa, que es un palacio del siglo XV, tengo el mejor ejemplo de la superioridad femenina. ¡No me puedo quejar! Mi felicidad es lo mejor que tengo y sin ella, sin mi chavala, quiero decir, mi felicidad no existiría. (Bueno, también está Borja, el mejor perro salchicha del sistema solar.) Los que son sexistas son los que se inventan los temas en la radio. Yo sólo soy un teórico, imparcial y justo, ¡un mero observador!

La segunda categoría de oyentes se compone de El Imbécil y La Tonta. El Imbécil y La Tonta van al instituto, no aprenden nada, pasan a la universidad, acaban la carrera (o no), él en siete años, ella en seis (ver parágrafo previo), y salen al mundo laboral a no encontrar trabajo. Luego se pasan otro año chapando para unas oposiciones (todo lo que no aprendieron del instituto en adelante) y se convierten en funcionarios y funcionarias, respectivamente. Vosotras los conocéis perfectamente, amigas. Cuando vais a una oficina del gobierno y alguien os atiende, ¿no decís, será imbécil ese tío, será tonta esa? Pues son ellos: los que se han machacado el cerebro escuchando caquita en las radiofórmulas: todo ese TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, TUN, interminable, eterno, sempiterno y para siempre.

Hay una subcategoría de esta categoría y se compone de El Listillo y La Listilla. El Listillo y La Listilla escuchan Radio2, con exactamente los mismos resultados que los descritos arriba pero con mejor vocabulario, o con algo de vocabulario, porque en RNE todavía hay algunas personas que saben hablar espeinol.

La tercera et última categoría es la de los abuelos, El Pensionista y La Pensionista. El Pensionista sólo escucha fútbol en una radio portátil, conectada al oído por medio de un cable y una cosa llamada pingajillo, parecida a una bolita de caca pegada a los pelos del culo de Borja, pero de otro color. Esta exclusividad futbolística en El Pensionista se da de forma natural (ya viene grabada en los genes), por ver si al pobre hombre le da un infarto en medio del carrusel y nos alivia de tenerle que pagar la paga extra. A esto se debe que los hombres vivan menos años que las mujeres. Porque La Pensionista no oye la radio, La Pensionista mira la tele. Aunque no la oiga. Pero aquí no estamos para hablar de televisión, sino de radio, así que no diremos más sobre La Pensionista.

Si alguna de vosotras le parece que me paso un poco con esto de los abuelos, debe saber que yo espero llegar a viejo y padecer un destino familiar. Lo único diferente es que me he dejado el fútbol, esa terrible adicción, y el Gobierno no me podrá liquidar tan fácilmente. Aunque estoy seguro de que encontrarán la manera.

Bueno amigas, esto ha sido todo por hoy. ¡Hasta la quincena que viene! ¡Adiós! Adiós. Chao.


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