Revista poética Almacén
Colaboraciones

Nada nuevo bajo el sol para los inmigrantes

Rolando Gabrielli

panaglobal@hotmail.com

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Carlos V de España, I de Alemania, tuvo un reino donde no se ponía el sol. Todos los hijos del día eran sus súbditos. Los tiempos cambian, llegó Francisco Paco Franco Bahamondes y la Revolución Civil Española empobreció al rico, inconmensurable reino del conejo, Spain. Penurias, un millón de muertos, miles de refugiados, el exilio, Latinoamérica: México, Argentina, Chile, Uruguay y muchos otros países. Los gallegos, castellanos y otros, se descolgaron de la Madre patria, con una mano adelante y otra atrás. Antes los Vascos fundaron Chile, y los catalanes llegaron como granitos de arena, impedidos primero por Isabel La Católica, y después por que sabe que cosa, pero son los que menos llegaron a la tierra prometida. Muchos, como Pizarro, Cortés, se volvieron a hacer la América. Los tiempos daban para eso y mucho más, olían a trigo en la Argentina. Esta rica nación alimentó a España en sus desgracias, días duros, que olían a rancia parafina. Es la historia. Un tío mío recogió dinero con Pablo Neruda en el Caupolicán, un teatro donde se hacían actos monumentales en Chile. El tío hijo de un andaluz y una catalana, hermano de mi padre, es decir mis abuelos por parte materna. Nos hicimos italianos y españoles, también alemanes, yugoslavos, cuando existía ese país, judíos, en fin, y en Argentina un mosaico igual o más amplio aún. Neruda fletó el famoso Winnipeg desde Francia con más de dos mil republicanos a Chile. México, en el otro extremo de América, recibió a miles de refugiados, muchos, prominentes escritores y artistas. España se desangró y Franco asesinó a Federico García Lorca, el último duende de la España republicana. Historia, nada más que simple historia. De pronto llegó la avalancha de latinoamericanos a Europa, ya estaban en estados Unidos. Los llamados sudacas: argentinos, ecuatorianos, peruanos, de preferencia y colombianos, que están en todas partes y más allá. No son bien vistos los sudacas en la madre patria. Miles son los indocumentados. Muchos alegan un trato discriminatorio, no les pagan el mismo salario, no se les hace contrato o no se les paga lo trabajado. Nada nuevo bajo el sol de España y de muchos lugares. Al extranjero se le considera un elemento no deseado, que le quita el trabajo al local, por lo tanto se le explota. Recuerdo que una vez firme un seguro por 300 mil dólares, pero nunca un contrato, hasta que me fui, y desde luego el seguro era válido con un contrato. Son miles las maneras de burlar a un extranjero. El estilo es crearle un estado de permanente inseguridad. Un lugar donde no tenga piso, ni estabilidad. Ahí se unen todos los inquisidores. Los sin papeles, sin empleo, sin nada. Son miles de casos con sus respetivas tragedias, humillaciones, violaciones a los derechos humanos. El cantante catalán, Joan Manuel Serrat hizo un llamado de atención recientemente en Argentina a las autoridades españoles, por el derecho de la gente a ganarse el pan donde lo estime conveniente. Hablaba en nombre de dos argentinos detenidos por estar indocumentados en España. La noticia es que no han sido expulsados, pero aún continúan detenidos. Me pregunto que hubiese pasado, si al genovés Cristóbal Colón, o Colombo, se le hubiese pedido sus documentos, pasaporte, a la llegada a América.


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