Revista poética Almacén
Consultorio sexistencial

[Jovanka Vaccari]

Una visión moderna y divertida sobre el sexo, la sexualidad, los roles sexuales y su función existencial.
Estos artículos fueron publicados en el dominical de La tribuna de Canarias.

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¿En la pobreza también?
–Juez: Fulanito, ¿aceptas por esposa a Menganita y prometes amarla, respetarla y serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la riqueza y en la pobreza? –Fulanito: Sí, acepto. –Juez: Menganita, ¿aceptas por esposo a Fulanito y prometes amarle, respetarle y serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la riqueza y en la pobreza? –Menganita: Uhmm … Eh … Esto … Sr. Juez, ¿en la pobreza también?

Así como la belleza externa femenina condiciona a los machos en su elección sexual, a la mayoría de las mujeres no nos importa si el hombre es feo, si la tiene chica o si es un batata integral; lo que biológicamente les convierte en interesantes a los ojos femeninos es su capacidad nidificante, es decir, la fortaleza y el vigor de que disponen para proporcionar riqueza: un buen nido, comida y recursos (“patrimonio”, vaya, que viene de “padre”).

¿Por qué nos casamos, entonces? La Naturaleza, que sepamos, no exige que la unión de los sexos deba ser civil o religiosa: desde el punto de vista biológico general, conceptos como “posesión”, “separación”, “derechos” o el deseo de los amantes de estar “juntos para siempre” son, sencillamente, aberrantes.

El origen del “matrimonio” (que viene de “madre”) no está en el amor ni en las estrategias políticas preestatales ni en los caprichos divinos. La primera modalidad de matrimonio probablemente se originó hace unos 600.000 años, con la aparición de los primeros Homo Sapiens, cuando los machos, para garantizarse su propia reproducción, exigieron la monogamia femenina y nuestras antepasadas aceptaron: –Vale, yo te garantizo que me fecundaré sólo de ti, que perpetuaré tus genes… pero tú me garantizas nido, alimento y protección mientras cuidamos y criamos nuestro genoma.

El hecho de que, en caso de ruptura matrimonial, los hombres entreguen a “Ex & Hijos” patrimonio y sueldo “en concepto de alimentos”, aclara la verdadera naturaleza del matrimonio: que fue —y es— un pacto de cooperación entre géneros para continuar la especie, pues en él están implícitos Reproducción y Alimentación, los dos pilares primordiales de La Vida.

Pero, pero, pero, cultura y religión derivaron el matrimonio a “cosa de mujeres”, quedando a su cargo casa y prole, La Familia; y el patrimonio pasó a ser “cosa de hombres”, quedando en sus manos lo transfamiliar, es decir, la administración de los recursos y la propiedad, La Economía.

El prefijo Eco, oikos en griego, es un término que significa casa, templo, hacienda, jaula y patria. Aristóteles, primer acuñador del concepto Economía, presenta ésta como “el arte de administrar el oikos”, como algo 'esencialmente subsidiario de la vida' pero, en concreto, de la vida ética.

Mas la ética no es virtud de la alucinación falócrata, por lo que ésta encontró, en el matrimonio, un marco para el sometimiento de las mujeres y, en la economía, un argumento para el sometimiento de la biosfera. La pobreza generada en unas — dependencia absoluta en lugar de manutención— y otra — devastación en lugar de administración de los recursos— no tiene comparación. El mundo masculino ha incumplido, pues, su parte del trato, por lo que es de derecho quitarle el juguete de las manos a estos chicos, y les animo a hacerlo sin compasión. ¿Sustitutos?

a) Del matrimonio, la verdad: modalidades contractuales dinerarias. El amor, de existir, es una pasión privada que no requiere mediaciones.

b) De la economía, la ecología. Total, una y otra tienen la misma raíz, Eco. Lo que difiere es el sufijo, o sea, la actitud hacia dicho fundamento, que en el caso masculino aplica nomos, la rígida norma, y en el caso femenino logos, la comprensión de la naturaleza y su mecánica para un aprovechamiento sostenible de sus frutos.

Soy muy optimista: vislumbro que, en la misma medida en que las mujeres vayamos negándonos al mortífero matrimonio, la ecología aflorará como alternativa a la mortífera economía machista.


¡Ah! Una última advertencia: algunos ideólogos del “que todo cambie para que todo siga igual” utilizan la redundancia Eco-economía para seguir manteniendo el chupete por el palito. El “profundo cambio” que proponen ahora consiste en repetir el prefijo en lugar de modificar el sufijo. ¿Serán idiotas?


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Comentarios

Soy muy optimista:...un buen nido, comida y recursos....a medida que las mujeres vayamos negándonos al mortífero matrimonio,(..)
A ver si lo he entendido el macho es destructor "perse" y la hembra lo contrario ..entonces ..como le exige al hombre un buen nido etc etc... De verdad cada dia te entiendo menos,¿estas un poco piradilla o que?

Comentado por angel jardon el 17 de Marzo de 2004 a las 07:16 PM

A ver Angel, o yo no se leer, o tu aunque parezca que sabes, no entiendes nada (algo de esto manifiestas de motu propio).Así que me inclino por esto segundo, ya que en alguna consideración me tengo.Relee...

Comentado por Fernando Villavert. el 22 de Marzo de 2004 a las 11:26 AM