Revista poética Almacén
Jácaras y Mojigangas

[Marcos Taracido]

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Danza General de la Muerte

Escenario limpio de decorado. En absoluta oscuridad, oscuridad que habrá de incluir al patio de butacas y público en general. La única luz será cenital, en forma de focos limpios que iluminarán esclusivamente el perímetro de los personajes o lugares del escenario que se señalen a lo largo de la representación. La negrura dura tres minutos. Entonces, un foco —recuérdese, cenital— desvela un par de metros cuadrados de la parte derecha —del espectador—, primer plano, del escenario: allí hay una silla eléctrica con un individuo sentado y atado a ella; está sólo, y su mirada y gestos reflejan una angustia abisal; suda, tiembla a ratos. Permanecerá así hasta el final de la representación¹ ¹Este es punto delicado de la jácara.Básicamente se pretende una representación absolutamente realista de la ejecución que se llevará a cabo en la escena, tanto que apariencia y relidad se confundan. Una opción, sin duda la mejor opción, es que la representación se lleve a cabo en aquellos países o Estados en que se mantenga la pena de muerte y que se haga conincidir con la ejecución de algún reo. Podría gestinarse con las autoridades que el condenado formase parte de la Jácara y fuese ejecutado en el escenario. Las ventajas son abrumadoras: el público acudiría en masa y el realismo sería absoluto. Además, la representación se enriquecería al tener que cambiar el sistema de ejecución dependiendo del Estado o Gobierno en que se estrenase: fusilamiento, inyección letal, lapidación... incluso podría pensarse en negociaciones con las Administraciones para variar el modo de ejecución y hacer bolos educativos para escolares con adaptaciones históricas: muerte por garrote vil, por despedazamiento, etc, etc. La otra opción es recurrir a los afeites, la actuación y los efectos especiales, opción que, si bien es viable, el autor desaconseja y, en último térrmino, se desvincula del resultado final de la producción y del impacto y daño que pueda causar al pública esta segunda opción.. Tres minutos después de que se encienda este primer foco, se enciende el segundo, que ilumina el lado contrario del escenario, también en primer plano: dos hombres frente a frente, dialogan. Uno está desnudo; el otro lleva un mono azul y, sin cabeza sobre los hombros, sostiene una con la mano derecha agarrándola por el pelo. La cabeza muesta síntomas de haber sido arrancada de cuajo —vísceras y pieles colgantes— aunque por lo demás está intacta.

Hombredesnudo: ¿Duele?

Hombresincabeza: Ya no. El mayor dolor es la sorpresa. Saberse y que te sepan vivo, y en milésimas de segundo cambia la configuración de tu universo con tu ausencia. Llenar ese hueco formará parte de las tareas de los vivos en su camino hacia sus muertes.

Hombredesnudo: Pero somos absurdos. A qué la sorpresa si la muerte viene siempre y finalmente a por todos.

Hombresincabeza: La incertidumbre. Cómo y cuándo es lo que nos carcome.

Hombredesnudo: Es el instinto animal, que al fin y al cabo permanece tan activo como en las alimañas. Sobrevivir pr encima de todo, con un ansia y un empeño inútil.


Hombresincabeza: Y ese miedo a los muertos... ¿tú me ves? Soy repulsivo, pero hace unos segundos era un hombre apuesto y deseado.

Hombredesnudo: Yo he visto en un documental como una tribu de Madagascar afronta a sus muertos. Los entierran envueltos en telas y un año más tarde los desentierran, y entre todos los familiares moldean con sus manos la masilla en que se ha convertido el cadáver para darle su forma origianl y enterrarlo definitivamente.

Hombresincabeza: [Silencio largo] Sí, aquí nos desprendemos de los cuerpos. Nos producen horror porque no reconocemos en la laxitud al que estuvo vivo allí.

Hombredesnudo: Y porque nos recuerda a nosotros mismos.

Hombresincabeza: Sí.

Un foco cenital se ilumina para seguir la carrera de una niña trazando una diagonal por el centro del escenario. Se oyen risas infantiles. La niña lleva un vestido blanco y veraniego. Al llegar al final del escenario la niña sigue su carrera saltando al foso (recordemos, en oscuridad absoluta) y el vestido se le desprende quedando posado en la escena. Cesan las risas.

Hombredesnudo: De todos modos, hay muertes y muertes. Se nos lleva a todos, pero no igual.

Hombresincabeza: Supongo que el objetivo de toda una vida pudiera ser morir sin saberlo.

Hombredesnudo: Claro, pero es que la muerte siempre es más dolorosa para el que se queda, que no puede escapar a la certeza. Y eso sí es igual para todos.

Comienza a sonar, en un leve crescendo, una mezcla de ruidos: llantos, gritos, palabras incomprensibles, lloros de bebé.... Los dos hombres se quedan en silencio mientras crece el sonido. Cuando el volumen duela en los oídos de los espectadores, comienzará a descender hasta su desaparición.

Hombredesnudo: ¿Y a ti que te ha pasado?

Hombresincabeza: No lo sé, no tengo ni idea.

Hombredesnudo: ¿Pero cómo te has quedado sin cabeza?

Hombresincabeza: Esta cabeza no es mía. La cogí de entre otras por miedo, a quedarme incompleto, supongo.

Cabezasincuerpo: Y yo te lo agradezco, ¿sabes? Al menos, estoy acompañado mientras dure esta angustia.

Hombredesnudo: ¿La de no entender nada?

Hombresincabeza: Claro.

En este punto se lleva a cabo la ejecución: la silla electrica se activa y el reo muere en directo. Cuando el olor a quemado se haya extendido por el público y el cadáver ya esté inmóvil, se baja el telón.


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