Revista poética Almacén
Colaboraciones

Make a timo

Antonio Cambronero
Autor de la bitácora Blogpocket

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De entre todas las falacias que nos vende la nueva empresa cinética, la del movimiento constante, la de la evolución tecnológica y la globalización, existe una que es especialmente engañosa. Me refiero a la moda, acompañada por enérgicas campañas de marketing a cargo de eficaces embaucadores, de comparar a las empresas con equipos deportivos. De esa forma, el controvertido mundo empresarial se convierte en un campo de juego deportivo donde es posible aplicar sencillos métodos para mejorar la productividad de la plantilla. Directores deportivos de grandes equipos de fútbol, ex —jugadores de baloncesto, campeones de automovilismo y cualquier deportista de cierto renombre forman parte de empresas consultoras dedicadas a formar y asesorar a equipos profesionales de alto rendimiento.
«Renunciar a una porción de individualidad» y «saber por qué y para qué se hacen las cosas», son algunas de las enseñanzas que imparten los profesores de estas empresas consultoras. Previo pago de cantidades desorbitadas se pueden aprender los valores necesarios para crear una cultura de equipo, es decir, distribuir correctamente conocimientos, aptitudes y actitudes. Las plantillas tienen que sentir a la empresa como suya. También hay qué saber cómo hacer las cosas y cómo saber hacer más fácil el trabajo. Organización y favorecer las relaciones con el equipo son, en definitiva, los objetivos básicos de los preceptos de los evangelizadores del «hacer equipo».

Sin embargo, un equipo de fútbol no es una empresa. La organización que se estructura alrededor de él, sí puede gestionarse como tal. Pero el equipo en sí, en ningún caso. Mejor dicho, las empresas no pueden gestionarse como si fueran equipos de fútbol. Entre otras cuestiones, un jugador de fútbol se asemeja poco a un trabajador. Se parece más a una estrella mediática cuyos ingresos, por aparecer en escena 90 minutos a la semana, son multimillonarios.

Al finalizar la liga de fútbol española y tras el denigrante fracaso deportivo del equipo, su director deportivo, presidente de una de esas empresas dedicadas a enseñar cómo llegar al éxito en las empresas, manifestó: “Estábamos deseando que esto acabara. Reconozco que no encontrábamos respuestas porque es muy difícil explicar lo que nos ha pasado. Con los jugadores que tenemos, cosechar cinco derrotas seguidas no tiene explicación”. Efectivamente, no tiene ninguna explicación. Como tampoco la tiene, que no se apliquen las técnicas para remediar el fracaso. Simplemente se cesa al entrenador, se echa a unos cuantos miembros de la plantilla y listo. Lo malo es cuando esa filosofía se traslada al mundo laboral de las empresas modernas, donde los trabajadores no son millonarios y dependen de un modesto sueldo con el que mantener a sus familias.

No sé, a mí, con todos los respetos, me parece que el make a team es más bien un make a timo.


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