Revista poética Almacén
Colaboraciones

Linealidad del tiempo y los sucesos

Francisco Serradilla

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Santi se revolvía en la cuna. Miré la hora: las siete y media. Me acerqué y le puse el chupete; feliz, volvió a dormirse. Yo también. Mucho más tarde volvió a refunfuñar; esta vez le di el biberón del agua; se durmió de nuevo, feliz. Miré la hora y eran las cuatro. La volví a mirar: no podía ser, antes eran las siete y media.
Quizá —pensé— vi mal la hora; a lo mejor no era un siete sino un uno. Sí, la una y media, entonces. Pero entonces, como si estuviera leyendo a Borges, me dio por pensar que por qué creer la explicación inmediata y fácil de error-en-la-lectura-de-los-dígitos en lugar de buscar una respuesta más sólida.
Por supuesto, procedí por reducción al absurdo, suponiendo que las lecturas fueron correctas. Veamos, si las siete y media fueron antes que las cuatro, quiere decir que el tiempo no es necesariamente lineal ni creciente, como presuponen la física y las ciencias del comportamiento, entre otras. En nuestra experiencia cotidiana parece ser creciente, sin embargo. ¿No será que nuestra mente ordena adecuadamente los sucesos para que las causas precedan a las consecuencias? ¿Quizá reordenamos nuestras percepciones y nuestra historia para poder comprender mejor un universo absolutamente caótico? La Ciencia, como producto de la imaginación, modeliza esa reordenación inventando las matemáticas y estableciendo relaciones causa-efecto, sólo existentes desde la perspectiva de nuestro tiempo reordenado.
Bien, puede ser; entonces es posible que Santi no protestara antes de que le pusiera el chupete, sino después, y que yo no mirara la hora antes de ponérselo; quizá lloró porque le puse el chupete, o le puse el chupete porque miré la hora.
O también es posible que ningún hecho tenga relación lógica; no tendrían sentido entonces ni las deducciones, ni las cadenas causales, ni siquiera estas que ahora escribo; ¿podríamos entender un mundo así?
Creo que me quité el reloj y seguí durmiendo durante rato un sueño solipsista.

Post-artículo
Este artículo está escrito alrededor del año 1999; curiosamente años después leí un libro de Greg Egan, Ciudad Permutación, que trata exactamente este tema. Lamentablemente no me puedo atribuir la autoría de la idea, ya que Ciudad Permutación se publicó en 1994. En cualquier caso os lo recomiendo.


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