Revista poética Almacén
Estilo familiar

[Arístides Segarra]

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Metafísica

El lector amable ya conoce mis querencias laicas. Es por ello que no he querido participar en el debate público sobre la asignatura de Religión católica que recientemente se ha producido con motivo de la reforma de la LOCE: mantengo una relación harto conflictiva con la obviedad, y harto afectiva con el silencio, que me ha provocado más de un problemilla matrimonial y social.

Dejando de lado, pues, mis opiniones acerca de la principal religión institucionalizada de occidente, en las cuales se espejan las que mantengo sobre cualquier religión del mismo tipo, quisiera hacerles partícipes de mi más profunda preocupación ante las formas de religiosidad popular que campean a nuestro alrededor sin que una reacción ni remotamente semejante se haya producido entre quienes tan preocupados se muestran por la catequización de nuestros hijos.

Puede ser incluso que quienes interpretan que nuestros hijos serán obligados a estudiar religión, cosa que, afortunadamente no puede suceder, lo hagan mientras consumen algún medicamento homeopático, o hacen engullir a sus ignorantes retoños Flores de Bach; que lo comenten con su naturista (para mi sorpresa, parece ser que no visitan desnudos), su herbodietista o su acupunturista; que lo hablen con sus amigas mientras se echan las Cartas de los Ángeles la una a la otra; que lo parloteen con las asistentes a su mismo cursillo de Reiki o Feng Shui, que lo murmuren en la sala de espera del especialista en moxibustión, fitoterapia, hidroterapia y/o talasoterapia; que lo comenten a la puerta del aula donde se imparte el postgrado en dieta mediterránea (palabrita del niño jesús, y lo dan en la Universitat de Barcelona Virtual, no en la Universidad liberal Fernando Séptimo). Y no digo más, que no quiero ni debo imitar a mi vecino de columna Cabana.

Cualquiera de sus consumidores, ante la sola insinuación de la relación entre sus creencias y la religión, negará con vehemencia y convicción tal hecho. Permita el amable lector que quien les escribe no capte la diferencia entre la creencia en la irracionalidad en la nueva religiosidad popular y la vieja religión institucionalizada, pues no veo ninguna distinción profunda entre consultar a los astros y consultar a los santos, curar (aunque es mas cool sanar) con la transmisión de energia curativa y con el poder de la oración. Que su humilde escribidor no pueda dar crédito a las aspiraciones de bondad universal que emanan. Que quien suscribe no encuentre la distinción entre la negación de las leyes físicas del universo que comparten unos y otros.

Bueno, sí. Hay una diferencia. Que la religión católica resolvió ese conflicto desde el punto de vista teórico en el siglo XIII (¡qué gran hombre, física y teóricamente, santo Tomás de Aquino!), mientras que nuestros conciudadanos de espíritu y convicción alternativa (de derechas o de izquierdas, que de todo hay, aunque me mortifique en extremo que predominen los segundos) parece que no han llegado todavía.

A la espera del Aquinate alternativo, o del día del juicio final, el lector amable me permitirá llorar el daño que semejantes creencias infligen a nuestros pequeños. Y denunciar el vilipendio a que somos sometidos quienes no creemos. Irene, si me lees, escupe las Flores de Bach.

REIKI es un término japonés que significa Energía Universal de Vida. Es una técnica de transferencia de energía curativa. Los componentes de esta palabra tienen como definición en el alfabeto japonés rei (Universal, sin limites) y ki (Energía vital).
No es una religión.
No se requiere ninguna condición especial para su uso; se activa mediante una iniciación, llamada asimismo armonización, (realizada por un Maestro) en la que el estudiante es capacitado para canalizar esta Energía.
El practicante es un conductor de esta Energía, no usa su energía vital, por lo que nunca sé vera privado de esta durante su practica.
Este método tiene la posibilidad del auto-tratamiento.


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