Revista poética Almacén
Quinta Columna en Nueva York

[Hilario Barrero]

Entradas de los diarios del 2003 y del 2004 de Hilario Barrero. El diario del 2001 se ha editado con el título de "Las estaciones del día" (Llibros del pexe, Gijón, 2003)
Otros textos de Quinta Columna en Nueva York


Penélope en el metro
Vagón de metro


Viernes, 25.- Ocupaba seis asientos de un metro (el Q) del que no hace falta bajarse ni en la primera ni en la última estación. Un metro que va y viene de un punto de Manhattan a otro de Brooklyn y en el que la vieja sin casa va a pasar toda la noche con sus ojos cansados. Ojos que apretaba hasta casi cerrarlos cuando hacía como que leía los periódicos que sacaba de uno en uno de una de las nueve bolsas; una de papel y las otras de plástico. Las repartía estratégicamente entre los seis asientos: cuatro a su alrededor que hacían de mesa de operaciones y dos a su izquierda donde reposaba el grueso del equipaje. Era un proceso como mecánico, algo enfermizo, con movimientos de ballet, precisos, cortos, elegantes y grotescos. Se doblaba hacia una de las bolsas, sacaba un periódico, se lo acercaba a los ojos y simulaba una seria lectura que hacía como apurada y nerviosa, con familiaridad, con pasión y con aplomo, pero a la vez simulando una escena que le resultaba familiar. Movía la cabeza de un lado del periódico al otro con rapidez y precisión, como un autómata. Luego lo alejaba, lo doblaba con meticulosidad por la página elegida y lo volvía a meter en una de las nueve bolsas. Nueve bolsas repartidas como ovejas dormidas, de lana sucia, por los seis asientos del vagón. A veces leía las páginas de economía del New York Times, con las listas de la Bolsa y las acciones, con tanto interés que se diría que estaba al día, cuando en realidad es casi imposible descifrarlas y entenderlas. Daba igual. Ponía la misma atención, la misma actitud que cuando leía las páginas ilustradas con fotos a colores o un periódico en italiano. Durante el trayecto en el que fuimos juntos sacó como treinta periódicos. Los “leyó”, los dobló y los volvió a meter en una de las nueve bolsas. Llevaba un sombrero de gabardina para lluvia, con las alas caídas y mustio. Un jersey marrón de manga larga y unos pantalones. Sus manos eran largas, blancas, finas, arrugadas, con las yemas de los dedos oscuras de la tinta de los periódicos. Era una Penélope en la noche de junio, esperando a un guerrero imposible, haciendo y deshaciendo el tapiz de la prensa con noticias que, a lo mejor, en alguna época la anciana pudo redactar o ser protagonista de alguna de ellas. ¿Una periodista jubilada y olvidada? ¡Ese amor enfermizo por los periódicos... ¡ Para ella en sus viajes sólo existían los periódicos. No se inmutaba cuando entraba gente al vagón y miraban, con intención de que moviera algunas de las bolsas y dejara un asiento libre para sentarse. Ignoraba a todo el mundo. No miraba a nadie, sólo a los periódicos, no se fijaba en las estaciones, no tenía donde ir. Yo llevaba la cámara y le hice una fotografía y ni levantó la vista, siguió con sus periódicos. Me bajé en la última estación en Manhattan (la parada del Carnegie Hall) y ella se quedó en su rincón con sus nueve bolsas, sus montones de periódicos, sus movimientos teatrales y las yemas del alma manchadas con tinta de soledad.

A esa misma hora, en el tren número 1, cerca de la calle 23 en Manhattan, dos jóvenes se acercaban a otro que estaba sentado y le disparaban a bocajarro dos tiros en el pecho, dejándolo muerto en el vagón. Nueva York es así: una hemeroteca con noticias pasadas y olvidadas o una noticia de actualidad en los periódicos del día siguiente. Noticia o tal vez sus huesos que ya estarán amarillos cuando la anciana vaya a leerla, como lo estará el recuerdo del joven que murió asesinado cuando empezaba el verano...


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Comentarios

Penélope que viaja emulando a Ulises.
Cuál será su Itaca, que entonces ya no tenía donde ir?
aunque el final sangriento me devuelve a la realidad, retorno a Penélope y me evado un rato.
gracias por la historia.

Comentado por pini el 13 de Julio de 2004 a las 03:59 AM

pini, me gusta esa idea de Penelope viajera, (a Taracido le debo el titulo) leyendo y desleyendo el tapiz de la prensa, viajando en un metro que es como un barco que avanza en el mar de las sombras sin tener donde ir... solo la soledad por toda compania... Ira, tal vez, viajando hacia la Itaca del disparo?
gracias por el comentario
hb

Comentado por hb el 14 de Julio de 2004 a las 03:48 AM

Es algo mas que una pasajera es parte de una metafora... de alguna manera "todos" nos movemos en un espacio_vagón,semi aislados somos un poco como esa mujer que ya está descolgada del tiempo, donde el espacio que recorre le es ajeno,colgada, viviendo en un aparte casi transparente, fragil, sin atributos,sin intimidad.

Comentado por Angel J.J. el 15 de Julio de 2004 a las 12:12 AM

es cierto Angel, Penélope es una metáfora.
espera y busca, detiene y apresura, como el ritmo que le imprime el maquinista al metro en cada estación.
los períodicos son parte de una realidad que le es ajena y de la que pretende aislarse y no puede.
lucha y desespera, porque tanto miedo tiene al final del trayecto, que lo apura.
lo temido es lo deseado, se repite bajando la vista y recordando lo que le había sentenciado un asistente del frenopático.
hb este almacén no puede cerrar jamás o nos quedaremos sin alimento.

Comentado por pini el 15 de Julio de 2004 a las 02:14 PM

Estimado amigo en la distancia:
Acabo de encontrar el nombre de esta página .La había extraviado y sentía verguenza de confesártelo.Bien:he leído tus crónicas .Interesantes por lo que narran.Y muy bellas por lo que transmiten.Decía recién en un mail que falló al ser enviado,que líneas como las de "Un día en la vida de H.B." o "Un muñeco de nieve para Marcela" son ejemplos de una poesía sencilla y por eso mismo honda.Uno se impregna de su rumor azul de otoño,de sus perfume de hipnótica canción solar.Y te imagina de pronto frente a un ventanal en Manhattan,mientras el viento ladrón hace volar unas viejas páginas del "New york Times",y la España torrencial que te atraviesa te toca tus sílabas más íntimas con el arpón de la nostalgia.Desconozco el protocolo pero igual te nombro desde aquí Gran caballero,Soldado de la Orden de los pájaros y el fuego,Combatiente con espadas de biblias vegetales,portando siempre el estandarte emplumado de las torcazas y los andenes,los corazones heridos y las aulas,las sedientas flores y los pizarrones que fulguran.Hilario viajero escritor unánime Barrero poeta deja que la lluvia afuera bajo tus órdenes realice su mandato: limpiar de maldad el territorio que tu mirada abarca.Aunque sea solo eso.Y aunque sea por un rato.

Comentado por Víctor Francisco de Paula el 19 de Julio de 2004 a las 01:55 AM