Revista poética Almacén

Hortera

Hortera es voz que originalmente significaba escudilla o cazuela de madera. Este significado para la mayor parte de ustedes es desconocido, y, en cualquier caso, está en claro desuso. Parece claro que no había horteras en el Medievo en el sentido que hoy damos a esa palabra. Las escudillas eran usadas por los pobres y los parias para mendigar comida por los pueblos. Por ello, hortera comenzó a denominar a los propios miserables y desgraciados que la usaban. Más curioso es que desde el siglo XVIII ya aparece el significad para hortera de dependiente o comerciante, relacionando quizás la usura con lo miserable. Éste es e significado que aparece hoy en día en casi todos los diccionarios.
Mientras tanto, Quevedo se hubiese servido del término si existiese en su época con el significado actual para referirse a esta dama:

Si vieras que con yeso blanqueban
las albas azucenas; y las rosas
vieras que, por hacerlas más hermosas,
con asquerosos pringues las untaban;

si vieras que al clavel le embadurnaban
con almagre y mixturas venenosas,
diligencias, sin duda, tan ociosas,
a indignación, dijeras, te obligaban.

Pues lo que tú, mirándolo dijeras,
quiero, Belisa, que te digas cuando
jalbegas en tu rostro las esferas.

Tu mayo es bote, ungüentos chorreando;
y en esa tez, que brota primaveras,
al sol estás y al cielo estercolando.

Poco a poco, hortera comenzó a adquirir el significado de persona ramplona y de mal gusto, derivando, en los últimos años hacia lo vulgar y lo cursi. Larga tribulación la del hortera que pasa de la escudilla a lo cursi, comerciantes de por medio.
Y lo cursi ha cobrado un importancia decisiva para entender el devenir de la sociedad del último siglo. “En esta época desorientada buscamos la protección de las cosas cursis como única salvación” decía Gómez de la Serna en su Ensayo sobre lo cursi. Ahí distingue Don Ramón entre lo cursi bueno y lo cursi malo: “lo cursi deleznable y sensiblero y lo cursi perpetuizable o sensitivo”. Y añade: “lo cursi bueno es, frente a lo cursi malo, lo que lo sensitivo es a lo sensiblero”. Visto así, quizás debiéramos decir que lo cursi es el dandismo de la horterada, un paso más que lo engrandece y desvulgariza. O no.
Ramón explica en su ensayo cómo en las conferencias que daba por América sobre objetos y cosas, rompía siempre al comienzo de la disertación un objeto lamentable para poner de manifiesto la cursilería mala. Y explica:

“Ya que en estos tiempos está prohibido sacrificar niños o corderos, hay que ofrecer a lo Alto alguna otra ablación. Un cordero de cursilería.
Con mi ejemplo mostraba a los niños la enseñanza de lo que hay que romper, lección que nadie les da nunca y por eso rompen los tibores importantes en vez de esos centros de mesa que son un cisne paseando flores como un borrico de jardinero o esos barómetros inmensos que abruman de miedo al mal tiempo toda la casa. Llegué a proponer un premio anual para el niño que rompiese el objeto más vituperable de su hogar.”

Encomiable labor educativa que pudiera ser seguida por nuestros intelectuales, utilizando el marco de sus conferencias para derribar edificios, quemar libros o suicidarse.
Al fin y al cabo, todos llevamos un hortera dentro. En todos los sentidos.


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