Revista poética Almacén
Jácaras y Mojigangas

[Marcos Taracido]

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Metajácara

Con un ruido estridente de zanfoñas y chirimías se levanta el telón. En la escena, dos hombres en primer plano; su única prenda son unos calcetines de ejecutivo, no del todo estirados. Detrás, hacia la derecha, un sofá rojo de dos plazas. En el fondo de escenario, con poca luz, una bailaria juega con el espacio, sin música y sin más ropa que unas zapatillas de ballet; el pelo recogido en un moño. Nada más. Uno de los hombres luce bigote; el otro también.

Hombreconbigotedos: Estimado caballero, ¿podría usted ilustrarme sobre qué sea el teatro? Más concretamente, si el teatro es literatura o, por el contrario, es espectáculo.

Hombreconbigoteuno: Me alegra que me haga esa pregunta. El teatro, señor, propiamente, es teatro.

Hombreconbigotedos: Me congratula su respuesta, pero me temo que he inquirido con inexactitud: quiere decirse el texto teatral, ¿literatura o espectáculo?

Hombreconbigoteuno: Mi querido inquisidor, el texto teatral, como texto, es literatura. El texto dramático está dirigido a la lectura en primer lugar y, después, a la representación, es decir, al espectáculo.

Hombreconbigotedos: Sin embargo, reconocerá usted conmigo que el texto teatral es un esquema, un esqueleto destinado a ser revestido de carne en el escenario.

Hombreconbigoteuno: El teatro es un proceso semiótico complejo. Indudablemente, la tradición avala su apreciación, aunque no es óbice para hallar placer en la lectura...

Hombreconbigotedos: Sin ánimo de interrumpirle, docto amigo, le hago notar que está usted trempándose [Señala con el dedo el pene en proceso de erección del Hombreconbigoteuno]

Hombreconbigoteuno: [Ignorando el evento]...de un modo tan profundo y constructivo como con cualquier otra obra literaria.

Hombreconbigotedos: Bien, ¿y que sucede con una obra sin palabras? Sigue teniendo sello literario la larga acotación que resultará de la explicación de los movimeintos y acciones de los personajes en escena? Es decir, los planos de un edificio.

La bailarina, sigueindo su danza sin música, aparece fugazmente entre ambos hombres, habla y vuelve gracilmente a su sitio en el fondo. Los hombres la ignoran.

Bailarina: Las palabras son lo menos importante en la literatura.

Hombreconbigoteuno: He visto a mujeres y hombres llorar en silencio ante el desplegado esqueleto de celulosa manchada con carboncillo formando líneas y más líneas de lo que después sería un edificio. Un texto no es literatura por adscribirse, sino por serlo.


Hombreconbigotedos: Entiendo. Entonces no tendrá ningún inconveniente en reconocer como literario un libreto de ópera o un guión de cine.

Hombreconbigoteuno: [Duda] Verá usted, un libreto de ópera pertenece al ámbito de la ópera, y la ópera al de la música. Por lo tanto, el libreto tendrá valor o no dentro de la música como arte. Lo mismo con el guión de cine. Y con el plano del edificio.

Hombreconbigotedos: Acabáramos. Entonces por qué no concluir que, igualmente a lo expuesto tam brillantemente por usted, el texto de una obra de teatro pertenece al ámbito del teatro como arte, es decir, que el teatro es una cosa y la literatura otra.

Largo silencio. El Hombreconbigotedos espera una respuesta que no llega del Hombreconbigoteuno.

Hombreconbigotedos: Y estas jácaras y mojigangas que escribe el señor Taracido, ¿qué sean? ¿Literatura o espectáculo?

En este instante, Marcos Taracido¹ ¹ El mismo Marcos Taracido deberá representar su papel. Si, por motivos familiares o de trabajo o de imposibilidad de ubicuidad —decenas de representaciones al mismo tiempo, en España y en el extrajero, por ejemplo—, no pudiese ser él el que represente el papel, que el director de la obra se cuide muy mucho de convenir con él quién lo haga. Quizás, para que la obra no pierda con la presencia de actores que desmerezcan a Marcos Taracido, convenga pensar en la utilización de las nuevas tecnologías, hologramas o nuevas técnicas de maquillaje que reconstruyan con exactitud su presencia. hace su aparición por la izquierda del escenario. Camina hacia el sillón rojo y se sienta, cruzando las piernas y mirando hacia el público.

Marcos Taracido: [Gravemente, mirando al público] Literatura o espectáculo. El genio, amigos, ignora ambos. No pensaba en ello Rojas, ni pensaba en ello Valle... Sinceramente, queridos, me importa un bledo.

La bailarina vuelve a acercarse danzando hacia el frente y queda casi sobre el foso y con la mirada perdida.

Bailarina: En el fondo, lo único que importa es la belleza. Que sea bello el libreto, el plano, el guión y el texto dramático.

Al volver a su sitio en el fondo del escenario, la bailarina tropieza accidentalmente con Marcos Taracido y cae al suelo con estruendo. Los personajes se miran unos a otros, Marcos Taracido se levanta sin saber bien qué hacer. Cae el telón mientras suenan, a lo lejos, sirenas de ambulancia.


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