Revista poética Almacén
Jácaras y Mojigangas

[Marcos Taracido]

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Cinco horas con Crespo

El centro del escenario, bordeando con el foso, está ocupado por una cabina de camión, a la que le falta el cristal delanteroy el techo. Dentro, el conductor, con camisa remangada y abierta hasta el ombligo; treintaañero. Sin bigote; sin collar de oro; sin relog de oro y sin anillo de oro. Sobre él, en la pared trasera de la cabina, un calendario de mujeres que muestran ostentosamente sus glándulas mamarias desnudas. Durante tod a la representación el camionero simulará conducir¹Si hay presupuesto, la cabina debiera descansar sobre una máquina hidráulica que simule el vaivén y los pormenores del traqueteo de un camión; si el presupuesto es escaso, se dejará a las habilidades miméticas del actor esta simulación.: manos al volante, brazo en la ventana, mano a las marchas... Lleva la radio puesta en una cadena de música pop; este ruido se superpone con el de las frecuencias entrecortadas de radioaficionados, que cadencialmente intercala frases sueltas entre la molesta señal de desintonización.

Nuestro camionero conduce. La vista al frente (que coincide con el público). Sus facciones a veces reaccionan levemente ante lo que escucha a los radioaficionados. Pasa largo rato así; mira a la derecha, mira a la izquierda, gira el volante... Al rato, coge el mando de la radio.

Camionero: A ver, Crespo...

Espera contestación durante un rato sin llegar a soltar el mando. Lo acerca de nuevo a la boca.

Camionero: A ver, Crespo...

Camionero: A ver, Crespo... ¿Crespo?

Cuando cuelga el aparato se oyen conversaciones entrecortadas de otros usuarios. Las frases, inconexas y fuera de contexto, carecen de sentido. Pasa el tiempo. El caminonero sigue conduciendo. Vuelve a agarrar el mando.

Camionero: A ver, Crespo...

Camionero: Atento, Crespo... ¿dónde andas Crespo?

No sucede nada. La acción transcurre entre baches y giros de volante, entre cambios de postura e intentos de entablar contacto con Crespo.

Camionero: A ver, Crespo...

Camionero: A ver, Crespo...

Tras cinco horas, y si todavía queda público en la sala, la luz comienza a declinar hasta la oscuridad total. El telón cae lentamente sobre la cabina y se oye un último intento de comunicación.

Camionero: Atento, Crespo...


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