Revista poética Almacén
Punto de encuentro

[Alfredo Bruñó]

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El encuentro con la mentira

El jueves pasado, recién conocida la noticia de los atentados, el presidente Aznar anunció que no habría cambio de régimen. Para mucha gente, la utilización de la palabra “régimen” traía la connotación del franquismo. Oí en un bar que el Sr. Aznar mostraba su verdadera cara al utilizar esa palabra.

La verdad es que no sé si por “régimen” se refería a la democracia (espero que sí) o al gobierno de su partido. Si es lo primero, tenía razón. Si lo segundo, no. Como todo el mundo sabe, el partido del Sr. Aznar perdió las elecciones. Y sobre eso va este artículo.

Mostrando un mal perder que no me sorprende, los partidarios del Sr. Aznar achacan su derrota a los atentados. Creo que deben hilar más fino en su interpretación. Dudo que sin la llegada de la violencia terrorista a Madrid hubieran perdido, pero creo que incluso con los atentados podrían haber ganado las elecciones. Me explico.

Hace más de un año el presidente Aznar ofreció su apoyo político al presidente Bush y al primer ministro Blair en sus intenciones de invadir Iraq. Se adujo como razón para ello la exstrema peligrosidad de las armas de destrucción masiva en posición de Sadam Hussein. Mintieron. Se sospechaba entonces; se supo después.

Debo decir que yo estoy a favor de la invasión de Iraq. Creo que tras el 11-S hacía falta un toque de aviso a muchas dictaduras integristas de la zona. La red de organizaciones caritativas islámicas es la misma que provee de fondos, información y asilo a las redes terroristas.

Por otro lado, había que encontrar fuentes alternativas de petróleo: una de las mejores bazas para la guerra soterrada que mantenemos con el integrismo. Muchos en Occidente dicen que no quieren guerras por petróleo. Yo sugiero, humildemente, que si eso es verdad, dejemos de conducir tantos coches, abandonemos toda idea de aire acondicionado y calefacción en nuestras casas, encontremos materiales alternativos a los plásticos. Deberemos encontrar un modelo económico y ecológico distinto. A la postre, habría que invertir mucho más en lo público y mucho menos en lo privado. No sé si muchas de las personas que protestaban estarían dispuestas a soportar su parte del coste de la reconversión de toda nuestra sociedad.

En España (Estados Unidos y Gran Bretaña me interesan poco) el problema político de la invasión de Iraq se debió a una falta de claridad, de explicación de los motivos para ir a la guerra. En pocas palabras, una falta de valentía por parte del gobierno, al que le resultó preferible la mentira, avalado como estaba por su mayoría absoluta en el Parlamento.

Tras los atentados del 14-M, el gobierno volvió a mentir, sólo que esta vez se le pudo desmentir con una rapidez sorprendente. Mientras que el ministro del interior Sr. Aceves aceveraba la culpabilidad de ETA, las noticias que se iban filtrando a los medios de comunicación y de ahí a la conciencia pública eran de otro color: los culpables eran otros, probablemente ligados con el fundamentalismo islámico.

La gente recordó de inmediato la invasión de Iraq y las mentiras que se utilizaron para justificarla. Creo que el gobierno pensó que habiendo mentido una vez había que seguir mintiendo. Luego, tras las elecciones, se resolvería la cosa.

Si hubieran hablado con claridad con motivo de lo de Iraq hace un año, no habrían tenido que mentir ahora. Incluso es posible que mucha gente se hubiera puesto del lado del gobierno a la vez que se ponía del lado de las víctimas. Electoralmente, el coste habría sido grande, pero quizá no de manera tan dramática: es posible que no hubieran perdido.

Así que a los ciudadanos que culpan a los atentados por la derrota de su partido en las elecciones, no me queda otra opción que decirles que en efecto, los atentados tuvieron mucho que ver. Pero también lo tuvo el gobierno, con su falta de claridad, sus mentiras, sus intentos de manipular la información. En otras palabras, su falta de transparencia democrática. Un partido que en democracia desdeña la transparencia, acabará desdeñando a la misma democracia. Y si es así, merece perder las elecciones.


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