Revista poética Almacén
Colaboraciones

Valor, esclavos de las letras

Raúl Pérez Cobo

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El hombre, desde que encontró la escritura, un hallazgo casual entre su lengua, manos y cerebro, permite con el futuro dotar al lenguaje de color: aparecen los “negros” en la literatura, esclavos de las letras o esclavos en las prisiones de sus designios.

El poder de la tinta, patria de toda bandera política, influencia barroca, antes medieval, propaganda de Garcilaso de la Vega, sirviente del tiempo de Manrique, otorga al hombre moderno, al escritor moderno, el vasallaje de su lengua, la esclavitud de su dependencia. El poder nombra al alfabeto arma de la Corona, defensa y guarda mayor de los intereses del reino, adelantado de la corte, aunque a veces la criatura muerda la mano que le pone acento. El “No he de callar...” de Francisco de Quevedo pinta bastos para el Ministerio del poderoso. La lengua, escarnio, a voces justo, circula de boca en boca, por el Madrid más lírico y trágico, como un florete que hiere como bala de artillero.
Detrás de un chiste se esconde todo un ejército. Los dedos cuentan las sílabas para los endecasílabos, para que estos asalten con una precisión exacta el cerebro del enemigo y pulvericen su causa. La palabra deja en ridículo de muerte a quien le opone una lucha estéril. “Tu edad se pasará mientras lo dudas / de ayer te habrás de arrepentir mañana…”.

Es el asalto al catre, a la causa común de la vida, la invitación al goce que precede al combate. La política se mezcla con los colchones, la sangre de las doncellas y del favorito surge en cada pliego sin que la pluma pueda ser liberada del cerebro del escritor: los defectos del gobernante van a ser copla de pueblo, canto de plaza pública y taberna, chiste de esquina, cantiga de escarnio… aunque como dice Gus Guerrero:
“Existiría , pues, una auténtica lengua poética que se opone al lenguaje corriente por su carácrter motivado, y que estaría dotada, como toda lengua, de su propia sintaxis, de su propia semántica y de su propia morfología”, por lo tanto jamás caerá una lengua de no ser que caiga el escritor. Hay un código común en toda época: la muerte del mensajero, la liberación del canal. Los valores de los esclavos de la lengua van en la sangre. La tinta puede ser olvidada si el pergamino nunca existió. Las cárceles del país han sido despacho de escritores: Fray Luis, huyendo del mundanal; Hernández a cebolla y tuberculosis; Lorca, como una profecía de su cuerpo…letras con valor propio, a sangre y tinta.

“Existe ese valor que podemos llamar sanguíneo, ese valor impetuoso, alegre, turbulento, aturdido, que se lanza hacia adelante sin mirar atrás, pero que rechazado quizá por una violenta reacción degenera posiblemente en terror, pánico. Existe el valor tenaz, el valor de posición, que si no avanza con ímpetu, tampoco hay valor humano que lo haga retroceder. Existe el valor que necesita prepararse para el peligro, con emociones graduables y que ante el peligro imprevisto se pierde. Hay el valor hijo del amor propio, pero necesita teatro y espectadores. Hay también el valor frío, del que se presenta en medio del peligro como extraño a él y parece que la muerte no figura como dato en sus cálculos. Ése es el valor del general que tiene toda su atención en su despacho mientras lee el mapa que examina, sin ver el polvo que a sus pies levantan las balas; el valor del oficial que observa minuciosamente la situación, direcciones y circunstancias de una fortificación o atrincheramiento, igual que si se encontrase en un campo de instrucción. Es el valor estóico de los grandes hombres”, un valor que si no estuviera escrito para la lucha armada, para el ejército de pólvora y fuego, se podría aplicar a cualquier escritor, a los esclavos de la lengua, a los que sin empuñar más armas que las sílabas han servido en la lengua para ennoblecer la vida. Los escritores seguirán como un blanco perfecto, diana de todo proyectil preciso.


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Comentarios

Es un excelente artículo. Prosa sólida, precioso ejército de metáforas, ideas valientes, atrevidas y jóvenes y a la vez eternas. Sangre hirviendo. Esclavitud libre.
Espero cada mes para leer una nueva colaboración.
Enhorabuena, Raúl.

Comentado por hb el 2 de Junio de 2004 a las 06:12 AM

Viniendo el halago de un hombre de lenguaje, acepto el poder de tal alfabeto.
A mandar, Hilario. Con un lector, como vos, cada mes, es una cita obligada.
El que agradece, firma, por ser leido...

Comentado por raul perez cobo el 3 de Junio de 2004 a las 01:50 AM